13.3.14

CASA SR. GENERAL GÓMEZ DE LA TORRE

Autor: Karl Kohn

Análisis y digitalización: Mishel Yánez























De estilo vernáculo, la casa para el S.R. General Gómez de la Torre fue uno de los proyectos que el arquitecto Karl Kohn realizó en Quito.
Mediante planos, fachadas, cortes y detalles constructivos recopilados por la arquitecta Shayarina Monard podemos interpretar las intenciones que Kohn plasmó en sus diseños: su gran afán por no dejar espacios vacíos sin funcionalidad alguna; la necesidad de relacionar lo interior con lo exterior dejando que la  naturaleza penetre la arquitectura; la creación de espacios polifuncionales y amplios para la reunión y el encuentro social. 
Cada espacio en la casa bajo análisis se encuentra destinado para cumplir una función determinada: en las plantas de Kohn los muebles son mucho más que símbolos programáticos; contribuyen a configurar los espacios; son elementos ergonómicos, arquitectónicos y funcionales. En los dibujos se expresa también la interacción entre interior y exterior: la vegetación ingresa a un gran salón con dos mesas y los espacios de habitación giran alrededor de un patio interno que permite el ingreso de luz y ventilación. En las fachadas podemos distinguir un diseño armónico donde la simetría predomina pero existe un juego de formas que incorporan diseños de ventanas arqueadas y rectangulares, columnas rectangulares y curvas (algunas con capiteles), barandales, puertas arqueadas y otros elementos de carácter vernáculo neoclásico, neocolonial y ecléctico.
La casa para el S.R. General Gómez de la Torre denota importantes aportes arquitectónicos por parte del arquitecto Karl Kohn, ya que a pesar de ser, desde el punto de vista formal, un híbrido entre la arquitectura vernácula del norte de Europa y la arquitectura colonial quiteña, presenta elementos constructivos modernos en su materialidad: el uso de hierro en los detalles de las puertas, de grandes ventanales de vidrio y de hormigón armado en las columnas estructurales trazadas por ejes. Hilvana, además, principios del organicismo arquitectónico al representar en sus fachadas la naturaleza y crear un tipo de cercha que permite ingresar a la naturaleza, generando sombra y oxigenando el ambiente. El dinamismo de Kohn se expresa también en la composición de las cuatro chimeneas que destacan en la cubierta. 
Las composiciones de Kohn son complejas y sus referentes variados, como puede apreciarse en esta arquitectura doméstica que cumple con los gustos rústicos, vernáculos y neo-coloniales de su cliente; sin descuidar los principios de la modernidad y el funcionalismo, cuya interpretación se afilia simultáneamente con el purismo de Adolf Loos y el naturalismo del Art Nouveau. 









BANCO DEL PICHINCHA - ANTEPROYECTO

Autor: Karl Kohn
Análisis, digitalización y texto: Carla Godoy Romo, Marzo 2014

No se incluye programa arquitectónico en las proyecciones por falta de información.






Perspectiva

Hall Principal





Perspectiva Interior 

Perspectiva de la espera de la Gerencia 















Perspectivas Karl Kohn
Fotografías: Shayarina Monard, Archivo Karl Kohn
Publicadas con permiso de la Familia Kohn

Hablar de la obra de Karl Kohn es hablar sobre un espectro que abarca desde arquitectura (gran Arquitectura de tintes modernos), hasta diseño de mobiliario y obras pictóricas de excelente factura. Es decir, tenemos ante nosotros una amplia galería, por así decirlo, de obras de arte que hasta hoy perduran, sobre todo en Quito, hogar de exilio del arquitecto y sede de algunos de sus más importantes trabajos.
Hoy en día, estas piezas de historia se pierden entre los intersticios de la mal llamada “arquitectura moderna”, que poco a poco las va sumergiendo en el anonimato.
Pero, ¿qué sucede con las obras de Kohn que sólo quedaron en el papel?
Es el caso del anteproyecto del Banco del Pichincha que diseñó para la ciudad de Quito, allá, a mediados de los años 60. Este edificio sobresale por su estilo moderno, de formas rectas y puras. Exteriormente los objetos que más se distinguen son sus ventanas de formas piramidales, similares a troneras, que dotan a la fachada de cierto movimiento y versatilidad (al estilo de Marcel Breuer). Su apariencia tectónica, no obstante, se desvanece cuando uno observa la planta baja y sus grandes espacios, precedidos por un graderío y un pequeño recibidor. El salón principal que abarca casi toda la planta del edificio se delimita por el mobiliario fijo y las ventanillas de atención, pero ningún tipo de tabiquería o panel fragmenta su interior, lo que le otorga un aspecto un tanto etéreo y a la vez monumental. En realidad, la mayoría de las plantas se distinguen por sus amplios e indivisibles espacios, aunque esta constante se altera en el primer y tercer piso, donde se distribuyen oficinas privadas, despachos y ambientes envueltos, menos libres, más íntimos. En las plantas superiores se recuperan los entornos abiertos gracias a las terrazas y espacios al aire libre, más privados, destinados para los directivos del banco y sus accionistas, lo cual ilustra la idea de pirámide corporativa. 
En general, este es un edificio que deja ver claramente la firma de Kohn en lo simultáneamente denso y puro de sus líneas. Al igual que en la Casa Neustaetter, aquí conviven la marcada tendencia funcionalista del autor, junto con la continuidad casi líquida de sus espacios.


ANTEPROYECTO EDIFICIO BANCO DEL PICHINCHA

Autor: Karl Kohn
Análisis y digitalización: Juan Carlos Bedoya

Nota: Anteproyecto esquemático; se infirieron las dimensiones.


















Fotomontaje de la propuesta de Kohn
Proyecto construido
Una obra arquitectónica es una autobiografía hecha materia. Así las obras del maestro Karl Kohn reflejan su contexto, su tiempo y su forma particular de vivir y percibir el mundo.

Uno de sus proyectos no construidos es el que diseñó para la  matriz del Banco del Pichincha, en el centro norte de Quito. Incluso en una propuesta corporativa como esta, Kohn no olvida humanizar los espacios. Si bien su trabajo se encuadra dentro de las corrientes del racionalismo y el funcionalismo europeo, no abandona el naturalismo del Art Nouveau ni cierto formalismo de la arquitectura académica. 

Este anteproyecto, cuyo legado existe únicamente en planos esquemáticos, muestra un Kohn versátil a la hora de diseñar distintas tipologías de edificios. No se limita a explorar con el purismo cúbico, las pieles de cristal o un racionalismo rígido. Si se hace un recorrido por su extensa obra, incluida la no construida, se aprecia que no es de los arquitectos que dibujan variaciones del mismo edificio. Kohn juega con todos los parámetros del oficio que ejerce: la escala, la tipología, la forma, la materialidad, la estructura, las relaciones entre interior y exterior, el programa... 

El edificio que propuso para el Banco del Pichincha responde a sus requerimientos corporativos mediante el uso de una sencilla piel de vidrio que envuelve suavemente la esquina dando forma al edificio, cuya estructura actúa como un esbelto esqueleto separado de su envolvente. Aplica los principios de la planta y la fachada libres, idóneos para ofrecer la flexibilidad y capacidad de adaptación que los cambiantes requisitos programáticos y tecnológicos de los bancos requieren. Las fachadas están marcadas por una modulación vertical que juega con los ejes horizontales a distintos niveles. Los pilares arrancan con una sección rectangular que, al elevarse, se deja transformar por la intersección con dichos ejes cambiando su forma hasta sobresalir como cabo triangular. Una característica recurrente en la obra de Kohn es la manera en la cual suaviza y rompe sutilmente las esquinas. En este caso, lo hace para jerarquizar el ingreso y marcar la fachada principal, acogiéndola entre dos curvas invertidas, cuya silueta distorsiona la ortogonalidad del edificio a la vez que se funde armoniosamente con ella. La malla de la estructura genera un ritmo distinto en cada planta, que resulta de su estructura implícita de atrio y la forma curva con la cual remata la composición rectangular. Las escaleras, como suele ocurrir en la obra de Kohn, se aprovechan como una oportunidad para introducir un elemento orgánico y dinámico que activa espacios que de otra forma serían excesivamente genéricos -uno de los legados del Art Nouveau que nunca abandonó por completo. Su obsesión por incorporar la naturaleza en la arquitectura se expresa mediante la introducción de distintas terrazas así como jardines interiores en distintos niveles, todo dentro de un gran espacio diáfano. Desde el punto de vista programático introduce un fenómeno atípico: dedica enteramente el penúltimo piso a los empleados. Acaso fue este uno de los motivos por los cuales no fuera seleccionado su proyecto: incluso en la actualidad se invierte lo mínimo posible en los espacios para los empleados

Kohn es, sin duda, un arquitecto atemporal, que a pesar de trabajar con un contexto específico y los principios de determinadas corrientes históricas, no deja de ser un artista con una marca individual reconocible.

EDIFICIO SANTA PRISCA JARAMILLO LOZANO

Autor: Karl Kohn
Investigación y digitalización: Fanny Guerrero