Autor:
Diego Ponce Bueno.
Análisis: Carlos Martín Real Buenaño.
Diego
Ponce Bueno fue un arquitecto que se destacó como uno de los pioneros en la
modernización de Quito. El haber estudiado en Brasil en la década de los 60 le permitió
tener como referentes a Oscar Niemeyer y Lucio Costa y también vivir la
¨Modernización de América Latina¨, convirtiéndose en una persona sumamente
dinámica, que aunque a primera vista podría parecer carente de un estilo
definido, demuestra una lógica recurrente en la planificación de sus obras,
muchas de las cuales se han convertido en icónicas en el país.
Fuente: Archivo Oficina Diego Ponce |
En su
primera etapa como profesional, siendo aún un arquitecto muy joven se le
encargaron proyectos de gran escala que lo convirtieron en uno de los constructores
del Quito moderno y también provocaron sus primeros enfrentamientos con los
arquitectos reconocidos de la época, quienes cuestionaban su capacidad
aludiendo a su inexperiencia. Flobar es una de las obras de esta primera etapa
con la cual demuestra su deslindamiento de la renaciente tradición colonial que
se vivía en Ecuador, que aunque prolífera, era una tendencia conservadora.
Este edificio ubicado
en una zona de alto crecimiento comercial en aquellos años, con almacenes
distribuidos en dos plantas inferiores y oficinas en tres plantas superiores,
demuestra el interés que Diego tenía porque sus obras transciendan en el
tiempo. Consciente de que para lograrlo tenía que ser muy visionario, propone
una composición que sobresale hasta la actualidad.
Análisis de Fachada |
Siendo un
edificio comercial Diego considera importante su protagonismo en el entorno y
propone una composición que sin perder su jerarquía se integra perfectamente en
sus calles próximas.
A primera
vista resalta un prisma imponente que, desafiando a la gravedad, se apoya
sutilmente en una ligera base y logra una interesante relación entre elementos
pesados y livianos aparentando que el prisma flota. También retrae la base creando
una perfecta comunión entre el edificio y este espacio que convierte en público
al que cubre con un voladizo del prisma superior. En la fachada principal rompe
la ortogonalidad y enmarca las ventanas, minuciosamente diseñadas para
armonizar la composición.
El
edificio de cinco plantas distribuye su programa en dos bloques sobrepuestos,
el primero la base semi-enterrada que sostiene al prisma ortogonal jerárquico
en la composición. Al retraer la base brinda un nuevo espacio a la ciudad, un
espacio de calidad evitando cerramientos, que a su vez sirve de plaza de ingreso
para el edificio; y al enterrarla permite que las dos primeras plantas, que son
de uso comercial, tengan conexión directa con esta plaza, generando ingresos
independientes.
Análisis de Corte |
Considerando
el uso que se le da al edificio actualmente y asumiendo que el requerimiento ha
sido el mismo desde su construcción es fácil pensar que el arquitecto analizó a
fondo el tipo de actividad, en este caso comercial, que se iba a dar en el
proyecto y de esta forma planteó su diseño respondiendo a las necesidades más
básicas del usuario.
Actualmente
Flobar sirve como punto de abasto a comerciantes minoristas de los productos de
la marca ¨Oriflame¨, funcionado perfectamente, ya que en el diseño se priorizó
el acceso peatonal hasta las plantas inferiores, en las cuales se realiza la
venta. Diego evitó la tipología de construcción de edificios destinados a este
uso que invaden la vereda planteando parqueaderos en los retiros frontales, consciente
de que el espacio público ofrecido en este retiro sería más útil para el
proyecto. En la primera de las plantas comerciales se ubican el punto de
atención al cliente y el acceso a las oficinas; en la segunda el almacén de
distribución de los productos. Ambos pisos necesitan accesos
independientes debido a su
funcionamiento en diferentes horarios. Esto explica por qué se enterró la base
que contiene estos dos pisos y se las vinculó con escaleras hacia la plaza de
ingreso. Al momento de disponer los usos en estos dos pisos se consideró la
característica que cada uno obtuvo con esta acción y se ubicó el almacén en el
piso superior dándole mayor protagonismo. El acceso al bloque administrativo se
ubicó en el piso inferior por su carácter más privado.
Si
especulo sobre los requerimientos del cliente en 1981, cuando se realizó el
diseño del edificio, asumo que se necesitaban locales comerciales y oficinas
que funcionen independientemente y por ende que tengan accesos diferentes.
Diego logró responder a los requerimientos creativamente con esta magnífica
obra que funciona hasta el día de hoy sin demostrar grandes cambios; algo
sorprendente en una ciudad culturalmente acostumbrada a modificar las obras
originales de cada arquitecto sin conciencia sobre el planteamiento que se tuvo
al momento del diseño.
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