Ensayo:
Ramiro Salvador
Reseña Biográfica
José María Sáez, arquitecto español nacido en Ávila en
1963, especialista en arquitectura bioclimática y rehabilitación, es invitado a
Ecuador en 1995 para participar en
intervenciones y asesorías en temas de rehabilitación; dentro de su permanencia en el país es premiado por los trabajos de recuperación y
rehabilitación hechos en su casa y en algunas obras del Centro Histórico de Quito. Luego de diez
años de docencia en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica, de
la cual fue su cofundador, empieza una
etapa profesional de proyectos privados, que tienen como punto de inflexión el
diseño y construcción de la Casa Pentimento en 2005.
Sus estudios en Arquitectura los completó en la
Escuela Técnica Superior de Arquitectura en la Universidad Politécnica de
Madrid en 1990, donde se especializó en arquitectura bioclimática y temas de acondicionamiento e instalaciones en
la rehabilitación. En España, sus primeras obras de colaboración varían en
materias relacionadas con vivienda unifamiliar, centros de interpretación y
diseño de mobiliario. Su formación en temas de rehabilitación principalmente se
ve reflejada en la colaboración
como vínculo entre el FONSAL y la Junta de Andalucía, trabajos entre los
cuales se destacan la Readecuación de la fachada del antiguo Círculo Militar en
Quito (1998) y algunos proyectos en el Centro Histórico.
Su trabajo como docente inicia siendo parte del equipo
fundador de la Facultad de Arquitectura Diseño y Artes en la Universidad
Católica del Ecuador en Quito, donde ocupa ciertos cargos administrativos pero
sobre todo se enfoca en impartir su conocimiento en los talleres de arquitectura.
Esta formación constante por más de diez años en el mundo de la enseñanza le
han permitido a José María Sáez generar sus propios lineamientos, con los que
inicia su producción personal de vivienda particular, comenzando con la Casa
Pentimento en el 2005, ganadora de varios premios y reconocimientos como el Primer
Premio Nacional de Diseño Arquitectónico en el Concurso Panamericano de la XV
Bienal de Arquitectura de Quito 2008 y el Premio a la Mejor Obra Joven de
la Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo de Lisboa 2008.
Sus obras particulares también se han visto vinculadas
a temas de restauración, como la continua readecuación de su propia casa en el
Centro Histórico, o la rehabilitación de la Casa San Juan, que ha tenido
algunos reconocimientos como la “Mención de Honor Nacional de Diseño
Arquitectónico” en la XVI Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito 2008.
Los proyectos de José María Sáez se sustentan en una base
común, la experimentación a todo nivel de las posibilidades mecánicas y
expresivas de la materia, definiéndola como el elemento que humaniza la acción
del arquitecto. Estas aproximaciones lo han llevado a coincidir con posturas de
arquitectos latinoamericanos en especial con la de Solano Benítez, Ángelo
Bucci, Rafael Iglesia entre otros, que definen su arquitectura desde las
lógicas constructivas, desde el valor generado por la práctica y la solución de
problemas específicos.
Su cercanía a la lógica de manejo de materiales como
expresión vinculada al tiempo y al lugar, y su vocación por la docencia como campo de discusión y
formación de las ideas, le han permitido establecer una posición clara en su
manera de proyectar, en donde la realidad y la idea, se comunican bajo ciertas
reglas de abstracción, y éstas se expresan en sistemas y subsistemas que
determinan la lógica del proyecto. Esta sensibilidad frente a los elementos de
realidad y la necesidad de que sean coherentes con un problema se relacionan
mucho con su preparación en bioclimática y en rehabilitación.
Contexto de la obra
Para comprender este proceso lógico de proyección , es
necesario hacer una descripción de la obra de José María Sáez, planteando un
análisis paralelo entre sus diferentes enfoques como son las casas particulares
de intervención integral cuyo ejemplo
más acertado es la Casa Pentimento, y su
participación como rehabilitador en la
Casa San Juan. En este caso, este
paralelismo se lo analizará con la descripción completa de la Casa San Juan,
ubicada en el barrio de San Juan en el extremo noroccidental del Centro
Histórico de Quito.
Esta obra es un
encargo de tipo privado, los clientes son Andrés Bueno y Ana María Armijos, el
terreno está ubicado entre las calles Carchi y Sebastián de Benalcázar al
occidente de la Basílica del Voto Nacional, comprende un terreno de 960 m2
divididos entre la casa con frente a la Benalcázar y un patio interior como
límite oriental con los predios vecinos.
Su ubicación en la loma de San Juan ha permitido visualizar varios hitos como la Basílica del Voto Nacional, y el
nororiente del casco colonial, manteniendo esa tipología de vinculación
protagónica con el interior del terreno propio de las casas del centro, dando
mucho énfasis al patio interno.
Análisis descriptivo
Configuración espacial
La Casa San Juan se encuentra en un terreno especial
con respecto a otras viviendas en el Centro Histórico. El terreno es de grandes
dimensiones 48 m de largo y 20 m de ancho aproximadamente. Esta condición ha
determinado una separación funcional y simbólica del terreno en tres partes; un
ingreso representado por el garaje, un espacio intermedio de transición como es
el patio, y la casa como espacio privado. (imagen 2).
El proyecto está configurado por tres plantas
funcionales. La planta de garaje a nivel de la calle, que se comunica con la
casa a través de un corredor en gradas. La casa consta de una planta baja que se
encuentra elevada 3.60 m sobre el nivel del patio y se comunica con éste a
través de unas gradas de piedra, y una planta alta mucho más privada a la cual
se accede desde un núcleo de gradas como centro articulador de la casa.
Imagen 2 Configuración
Espacial
Sentidos y órdenes
El paso interiorizante desde lo público de la calle a
lo privado de la casa se entiende por un sistema de filtros que generan su
propio entorno material y lenguaje expresivo. El primero es el garaje conformado
por acabados intencionalmente rústicos, con colores térreos pero cálidos, donde
se resaltan elementos preexistentes como un basamento de tierra compactada.
El segundo filtro se encuentra al interior de la casa,
es el núcleo de circulación vertical, conectando funcionalmente las dos plantas
de la vivienda, pero sobre todo planteando el dialogo entre el carácter [nostálgico
y romántico] de las construcciones barrocas, y la austeridad geométrica de
influencias racionalistas heredadas de la modernidad. Está compuesto por las
gradas, un descanso de ingreso a la planta baja, y una doble altura que permite
el paso de la luz a través de unos tragaluces en las paredes.
El último filtro se distingue de los otros por el
carácter de sus instancias a filtrar, en este caso, el balcón funciona como un
medio de vinculación permanente entre el exterior (inmediato y lejano) y el
interior. Este lugar de conexión define a la vista como un fenómeno, el cual ha
sido capturado en un elemento como son los ventanales reticulados y móviles. El
balcón se compone de este módulo de ventana y de su marco superior que es una
viga metálica dispuesta a todo lo largo.
Análisis interpretativo
Conceptualización positivista
Las obras de José María son el resultado de un proceso
lógico y positivista de proyección, en el cual su conceptualización plantea una relación entre
la realidad (subjetiva) y el mundo (objetivo) de las ideas, aplicando una
metodología científica que parte de la determinación de un “problema” del cual
se desprende un “elemento” representante de su solución, que mediante su
modulación y repetición genera un “sistema” para materializar el proyecto.
Dentro de este proceso, es necesario entender el rol
del “problema” como punto de inflexión en la propuesta del arquitecto, permitiendo
comprender los diferentes enfoques y alcances de sus proyectos. Este punto de
origen se define como un conjunto de componentes que permiten el anhelado paso
de lo “subjetivo” a lo “objetivo” y el más importante de ellos es el de la
abstracción como método simultáneo de descripción y análisis de un fenómeno.
En la Casa San Juan, la abstracción establece las
reglas de ese mundo de las ideas (concepto) pero con un enfoque que dista de la
objetividad, y se enmarca más en la intersubjetividad, donde predomina el
anclaje (material y simbólico) con lo preexistente, frente a la búsqueda de un
único “elemento” representante de la realidad. Esta intersubjetividad se
explica en la condición hiper-contextualizada de este encargo, donde las
condiciones históricas, tipológicas y de comportamiento social se convierten en
insumos difíciles de ser objetivados, lo que ha hecho del “elemento” (a
diferencia de lo que ocurre en sus encargos integrales) una característica o
esencia, presente en los materiales, en las formas, en las determinaciones
espaciales, y no un objeto físico (módulo) necesariamente.
Esta diferencia de origen en el problema, planteado
entre los proyectos integrales ( Casa Pentimento )
y los encargos de preexistencias (
Casa San Juan) , determina un enfoque distinto
en la transformación del “elemento” en
un “sistema”, ya que esa unidad y facilidad de lectura (generada
por la repetición del módulo, el ritmo y
la variación) derivados del “sistema” de los primeros , se ven subordinados a muchas condiciones
presentes en los segundos , en los
cuales el “sistema” o coherencia de “elementos” se perciben desde la nostalgia
del material, lo contemplativo del entorno físico y social, y lo servicial de
unas funciones específicas con un bagaje histórico determinado.
Abstracción: experimental versus interpretativa
La Casa San Juan se percibe una serie de filtros, generados desde el
garaje hasta la parte más privada de la vivienda. Estos filtros se podrían
considerar como un lenguaje o un sistema ya que en ellos se hacen presentes
aunque no explícitamente las diferentes realidades que una casa del Centro
Histórico presenta. Estas realidades tienen un eje en común que es el
componente que explica bien la diferencia de enfoques entre los proyectos integrales
y las rehabilitaciones, se trata del uso del material. En este caso, el
material se convierte en la interfaz perfecta entre el usuario y la historia,
que difiere de la interpretación mecánica de la materia como en la Casa Pentimento,
y pasa de ser una característica del “elemento” a ser el “elemento” en sí, que
únicamente se traduce físicamente en un espacio, en un cuarto, en un pasillo,
en un entorno.
Es a través del material, que el usuario logra
comprender lo que la realidad ha creado con el paso del tiempo, en este caso,
no hay un enunciado como problema, no existe la abstracción como proceso de
síntesis experimental de una realidad, sino como método de interpretación de lo
existente, como un simple canal de conexión. A partir de esa conexión la
arquitectura comienza a cumplir con el papel humanizante que busca José María,
una arquitectura que maneja paralelamente dos lenguajes, aquel que se encarga
de “construir el paisaje” que tiene que ver con el enunciado, las reglas de
abstracción, el concepto y su justificación; y también aquel que aplica la
“austeridad barroca” que le permite comunicarse con la memoria, con la
nostalgia, con las vivencias cotidianas, aquel que no necesita ser publicado
sino vivido.
Conclusión crítica
José María Sáez basa su discurso en un planteamiento
simple, el papel humanizante que debe cumplir la arquitectura como proceso de
vinculación entre usuario y realidad. El cumplimiento de ese objetivo macro
está determinado por ciertos enfoques propios de la formación del arquitecto,
como son los procesos de abstracción y una sensibilidad racional frente a los
elementos de realidad.
Sáez habla de
un proceso propio de diseño establecido, un dialogo “conciliador” entre el
mundo de la realidad, expresado en un problema concreto, y el mundo de las
ideas, expresado por unas reglas de abstracción. Esta metodología de proyección
propone al “sistema” como vínculo entre la idea y el individuo, pero aplica un
lógica positivista propia de la modernidad y del racionalismo. Esta lógica se manifiesta
en la búsqueda constante de un elemento objetivo representante de la realidad,
muchas veces reduciendo esa realidad compleja y subjetiva, a una muestra
idealizada, con el riesgo constante de caer en un proceso cuantificador de
elementos que expresen un resultado acorde al “sistema”. Estos procesos de
abstracción y sistematización de la arquitectura son claramente visibles en sus
encargos privados de proyección integral, como la casa Pentimento y la casa de
los Algarrobos, obras de una realidad interiorizante, que le han permitido al
arquitecto un cierto nivel de apatía frente a escenarios más complejos que
dependan de una lógica de vinculación con lo urbano, con valoraciones de
carácter colectivo y con soluciones a problemas interdisciplinarios.
Estas intervenciones domésticas han sido la
representación clara de una influencia racionalista en José María, ya que se
han generado a partir de una matriz lógica de elementos que intensifican una
determinada relación entre usuario y su entorno; este proceso limitado al
control y dirección de unas reglas abstractas que permitan el funcionamiento de
un sistema, dando mucho valor a temas como la funcionalidad estructural, la
coherencia constructiva y la modulación. Esta subordinación al carácter racional
del sistema reduce el rango de decisiones y la sensibilidad del arquitecto a la
definición de los elementos componentes del sistema, de ahí que estas
decisiones estén pensadas en la evolución flexible del elemento, pero no en la
definición de la esencia espacial del objeto en su conjunto. Esto es apreciable
en la casa Pentimento, donde José María basa el potencial arquitectónico de la
obra en un elemento específico, en su capacidad repetitiva y su expresividad
material, de la cual no se espera un comportamiento determinado en conjunto,
como objetivo inicial, sino que se lo aprecia como un resultado experimental,
tendiendo a rebasar la línea límite de la proyección hacia la indeterminación
espacial y la relegación del programa arquitectónico, circunstancias que son
muy particulares.
Para generar un balance y mantenerse dentro de su idea
de una arquitectura humanizada, José María apela a su formación en la
rehabilitación y el diseño bioclimático, donde los elementos claves tienen que
ver con el uso eficiente del material, sus capacidades técnicas y expresivas, y
las relaciones con el entorno inmediato. Esta sensibilidad nostálgica frente al
material, será la muletilla con la que él generará una conciencia de austeridad
y humanidad en sus obras en general, con la diferencia de que en sus
intervenciones como rehabilitador, el material se convierte en ese elemento de
realidad que da esencia al espacio en su conjunto, contrario al esquema
abstracto de sus proyectos integrales. Esta diferencia muestra claramente que
existe un mayor potencial expresivo en el material y en el conjunto
arquitectónico con un contexto preexistente, donde la abstracción juega el
papel interpretativo y se aleja de lo experimental, lo que genera una dualidad
en la postura del arquitecto.
Estas dos realidades en José Maria Sáez,
complementarias en su objetivo profesional, también han delimitado su
coincidencia con aquellos referentes con los que se lo asocia. Su posición
abstracta-racional y nostálgica-material lo acercan a experiencias como las de
los arquitectos Rafael Iglesia, Solano Benítez, Alejandro Aravena, al-bordE y Ángelo
Bucci, posicionados como arquitectos de producción teórica y práctica, afines
con las lógicas constructivas como protagonistas de la propuesta. Esta cercanía parecería estar basada en el
poder expresivo de la experimentación como proceso de proyección; las
experiencias y sensibilidades generadas desde estas acciones son la plataforma
común en estas tendencias críticas de un sistema dominado por la imagen. En este
caso, José María Sáez intenta mantenerse en la esfera racional y objetiva de la
arquitectura abstracta, y no se ha visto atraído por el planteamiento crítico
que se pueda generar desde el análisis de las relaciones entre la arquitectura
y estructuras más complejas que demanden una posición activa frente a
compromisos sociales, económicos, colectivos y de impacto urbano, marcando una
línea de diferencia, por lo menos discursiva, con respecto a sus colegas antes
mencionados.
El proceso de diseño planteado por José María ha
encontrado en él mismo una fuente de crítica, donde el problema pueda pasar de
la objetividad académica propia del arquitecto, hacia la intersubjetividad del
entorno contextualizado, donde los fenómenos van más allá del análisis ideal, y
entran en el campo de la sensibilidad de percepción, en espacio, materiales,
funciones, personajes y memoria.
Fuentes imágenes y esquemas:
http://www.arqsaez.com/
http://www.plataformaarquitectura.cl/2008/12/13/casa-san-juan-jose-maria-saez/
http://arquitecturaecuatoriana.blogspot.com