Juan Carlos Villacrés
En
Marzo de 1941, el arquitecto-urbanista Jones Odriozola (1913-1994), después de ganar el Gran
Premio de la Facultad de Arquitectura de Montevideo, emprende un viaje por
el continente americano. En el transcurso del viaje llega a Quito, en dónde las
imágenes de la ciudad contenida, de la escala del lugar y de la geografía, de las
edificaciones coloniales y de la apariencia remota del asentamiento influyen
para generar unos primeros pensamientos sobre la ciudad. Más tarde estos
pensamientos o impresiones desembocarán en el Plan Regulador de Quito (1942-1945), primera propuesta de acción planificada
de la ciudad después del trazado colonial del siglo XVI.
El
plan de Quito propuesto por Odriozola muestra ciertas posturas frente a la
naturaleza, al paisaje, al carácter del lugar y a las condiciones topográficas,
las mismas que representan una forma particular de leer el territorio. Estas
posturas se convierten en factores bajo los cuales se entienden los hechos
urbanos y se planifica sobre los mismos; además, aparecen aquí las
consideraciones sobre el territorio como recurso para particularizar o hacer nuestro un saber urbano que viene importado desde
los centros del mundo occidental. En el caso de Odriozola dichos factores
inherentes al territorio son los que permiten entender la ciudad de 1940 y pensar,
a través de una contextualización local o adaptación quiteña de la tradición
urbanística, la posible ciudad del Plan Regulador. La realidad geográfica de
Quito, por ejemplo, es un elemento transversal mediante el cual se encuentran
respuestas tanto a problemas de movilidad o a la normativa de edificaciones, y
se entiende la búsqueda de valores simbólicos en las imágenes del macizo del
Pichincha.
Con
Jones, se da comienzo a una serie de planes que intentan encauzar el
crecimiento acelerado de la ciudad del siglo XX, que venía acentuándose desde
los cambios introducidos por la revolución liberal y más tarde la consolidación
de Quito como centro administrativo y polo de desarrollo de la zona norte del
Ecuador. A pesar de que las
visiones de Odriozola no llegaron a materializarse mayormente, representan
importantes aportes en cuanto a la valorización del lugar, a pensar la ciudad
desde las condiciones naturales de su emplazamiento, a utilizar los recursos
disponibles, a la búsqueda de códigos o imágenes de identidad y a su capacidad
de sintetizar los insumos del momento latinoamericano. Es relevante, también, como
se aborda el proceso de planeamiento desde la impresión, desde una valoración
emocional que, una vez en la memoria, permite construir significados sobre el
territorio.
Así, como indica el maestro de Jones, Julio Vilamajó, la ficción y la fantasía
se sitúan como método de aproximación a lo real.
Por
lo anterior, se propone, en el presente estudio, rescatar las consideraciones sobre
el territorio del plan de Odriozola, para situarlas en la historia y contrastarlas
con líneas de pensamiento y momentos clave del urbanismo precolombino, europeo,
y norteamericano.
En una primera instancia se abordarán las posturas de Jones, frente a la ciudad
y al territorio, que determinan su manera particular de ver a Quito y que
explican cómo él se aproxima al diseño urbano; después, se verá cómo, a partir
de unas intenciones subyacentes que estructuran su propuesta, logra dar solución
a cuestiones formales, funcionales, estéticas y simbólicas, las cuales, a
través de varias escalas, son traducidas en acciones específicas sobre el Quito
del Plan Regulador.
Se
conformarán dos apartados en este estudio, a los que se ha denominado Jones Odriozola: visiones del medio
latinoamericano y El territorio en el
Plan Regulador de Quito (1942-1945), en los que se ampliará los temas antes
mencionados. Al finalizar, se anotarán algunos apuntes a manera de conclusiones.
1. Jones Odriozola: visiones del medio latinoamericano
A
continuación se intentará establecer un marco de contexto previo al análisis de
la intervención de Odriozola. En este capítulo se aborda el mestizaje cultural
como condición de la profesión en el continente a inicios de siglo, la
necesidad de revisar los postulados modernos y la ficción como herencia latinoamericana.
1.1 Mestizaje cultural y la contextualización del saber urbano
El
escenario uruguayo en el que se desenvuelve Odriozola en sus años previos a
Quito, está determinado por una serie de sucesos que coinciden en el continente
y que, durante el primer tercio del siglo pasado, comienzan a enriquecer los
medios académicos y profesionales en dónde la cuestión urbana pasa a ser
protagonista. Por ello, y para dar un sentido a las líneas de pensamiento que
intervendrán después en el Plan de Quito
definiremos brevemente dicho contexto.
Las
primeras décadas del siglo XX en Sudamérica están marcadas por una
trasformación de sus ciudades, que a la luz de los cambios producidos por una
naciente industrialización, las migraciones desde el campo, la dispersión de la
burguesía hacia los límites de la ciudad, y ciertas reivindicaciones cívicas
empiezan a rever la estructura poscolonial, deficiente de servicios, sobre la
que están asentadas. Los problemas de alojamiento en las ciudades, por otra
parte, implican que unas discusiones higienistas comiencen a generarse en
Buenos Aires, Montevideo, Santiago, Río de Janeiro y La Habana por lo que
aparecen plataformas como las Conferencias
Interamericanas de 1897 y 1902 y más tarde los Congresos Panamericanos de Arquitectos. (Almandoz,
2007)
Hacia finales de los años veinte el aparecimiento de cursos y cátedras de
urbanismo y planificación será un indicio de la relevancia que adquiere el
planeamiento y que mostrará sus resultados en las siguientes décadas. Más
tarde, lo insostenible de las nuevas urbes y las recientes investigaciones
europeas, promueven unos primeros “planes que fueron emprendidos por los
gobiernos locales, apoyados en expertos foráneos y nuevas generaciones de
profesionales criollos”. (Almandoz, 2007) A esto se suma que, la presencia de la tradición
académica Beaux Arts y la gran influencia parisina, arraigadas desde la Bella
Época, quedan rezagadas y la atención se cierne sobre otro polo de la
modernidad, el estadounidense. Siguiendo a Francis Violich se puede anotar que
“un movimiento moderno de Beaux Arts inspiró el final de los años 1930, y una
orientación social la mitad de los 1940, sólo para dar paso a principios de los
1950 a un enfoque funcional generado en las técnicas norteamericanas.” (Violich,
1975, p. 285)
Desde
esta perspectiva se entenderá la conformación híbrida del medio académico en el
que se forma Jones Odriozola[6],
en el que intervienen la tradición académica francesa, el esteticismo sitteano,
las apologías naturalistas, el urbanismo norteamericano de los CIAM, las
visiones extranjeras de arquitectos que visitaban el continente, la permanente huella prehispánica
y colonial y un ímpetu local de elaborar un pensamiento propio. Esta
hibridación o mestizaje que define la manera de ser de la formación
latinoamericana de los años 30, promoverá que a futuro se plasme un urbanismo
que se nutre de muchos lados para particularizarse. En el caso de Quito, a
pesar de que la condición geográfica destaca como mecanismo
para entender la ciudad, ello no implica la ausencia de unas imágenes barrocas.
Son evidentes, por ejemplo las huellas de Haussmmann, de Olmsted, de Howard, de
Le Corbusier, de Mumford, de Wright, de la cosmovisión andina y de los maestros
uruguayos.
1.2 La revisión moderna a partir de la ficción
El
encuentro de Odriozola con la ciudad sucede en el transcurso de su viaje en
ascenso por Sudamérica, en medio de reflexiones sobre lo que ve en el norte
Argentino, en Bolivia, Perú y en la ruta desde la costa a la sierra
ecuatoriana. La base poética del relato al referirse a paisajes naturales, es
una muestra de su sensibilidad hacia el territorio sudamericano, que aparece ya
en su proyecto del Palacio de la
Fraternidad Universal de 1939, y que se plasman sobre un Quito de tamaño
reducido, casi intacto por el mundo moderno y sujeto todavía a su traza
colonial, en dónde las proyecciones hacia el norte y sur eran incipientes. La
ciudad, esforzándose por salir del estancamiento en los modos de vida de la
colonia es, paradójicamente, una ciudad en vías de construcción,
sobre la que no se había trabajado en cuanto a planeamiento urbano.
Por
otra parte, el Odriozola que llega a Quito está consciente que hay una
necesidad de revisar la profesión y sus métodos, que bien sean tradicionales o
modernos, no son contextualizados al trasladarse al continente. Almandoz al
referirse a este hecho indica que “era difícil entender la posibilidad de
formular un futuro desde la propia historia; siempre pesaba más el modelo
externo de lo que ‘se debía ser’ antes de entender ‘lo que se era’” (Almandoz, 2004, p. 244). En este contexto,
dos son las influencias evidentes que actúan sobre Jones: Vilamajó y Wright; el
primero, insiste en el símbolo como elemento fundamental e imperecedero de la
arquitectura, así como en la capacidad de imaginar; mientras que el segundo, mostrará en sus obras una recuperada
noción de “carácter”. A esto se suma que para entonces, Jones no ve en la
arquitectura popular de Quito exploraciones que intenten re-cualificarla, más
bien se había tendido a replicar motivos coloniales, por lo que las ideas sobre
la búsqueda de nuevos valores, encajaban perfectamente en una ciudad en la que todo estaba por hacer. Al
desarrollarse el Plan Regulador, la mirada sobre la ciudad se produce siempre en torno a
una traducción del saber urbano, que, en intención más que en acciones, se
plasma al buscar un simbolismo en las condiciones geográficas de la ciudad, al
interpretar la esencia de la misma a través de ficciones y al utilizar dichas
ficciones para caracterizar los planteamientos.
Es
relevante vincular el ejercicio de la ficción, recomendado a Odriozola, con su
raíz latinoamericana, por lo que primeramente cabe decir que inventar a partir
de la imaginación será una manera de estar
en el mundo, una actitud cuya condición previa es un sentimiento trágico de la vida que subvierte los
significados de lo visto y lo vivido. Este fenómeno tiene un precedente en el
siglo XVI, durante la construcción de lo americano que, a través de un ethos barroco ,
complejiza la realidad prehispánica y re-direcciona la europea. A través de
los siglos dicha fabulación, sumada a otros factores geo-políticos, sociales y
culturales ha consolidado una lógica particular de construir al continente; por lo que la ficción propia del barroco,
transfigurada en literatura fantástica,
en costumbres o en la ornamentación del espacio doméstico, ha devenido herencia
latinoamericana,
cuya presencia en el territorio, particularizado por el medio natural, por la
topografía y por las visiones poéticas que estos evocan, produjo una
“modernidad pintoresca, impregnada de fantasías” (Cobas, 2012, p. 148) En el Plan de Odriozola lo escenográfico, lo barroco y lo ficcional, que surgen
de un malestar con el urbanismo moderno, tendrán incidencia en lo pintoresco,
en la idealización del paisaje y en la mitificación de la montaña. Además, los apuntes
sobre Quito serán una interpretación interiorizada de lo que la ciudad quería
ser, y a la que Jones intentará
llegar de varias maneras a través del Plan
Regulador.
*
Los
hechos que se confabulan a la llegada de Jones, hacen que él y la ciudad se ubiquen
en el lugar y tiempo precisos: la temprana edad, la ilusión de nuevos aires
para la profesión, la ciudad intacta, el nulo planeamiento y la deficiente arquitectura
son factores que instaban a posponer el viaje y a aceptar un encargo que, por
las condiciones que se han anotado, demandaba un ejercicio de hibridación,
contextualización y síntesis a la luz de la revisión moderna.
2. El territorio en el Plan Regulador de Quito (1942-1945)
En
este apartado se ahondará en el Plan
Regulador como registro de las visiones urbanas y territoriales gestadas en
la formación de Odriozola. La presencia de sus consideraciones sobre la ciudad
se constata a través de varias escalas, por lo que el análisis se abordará
desde el entendimiento territorial, pasando por las trazas urbanas, la
caracterización de enfoques visuales, la conformación de los distritos y los
objetos arquitectónicos. A estos temas corresponden los subcapítulos que siguen
a continuación.
2.1 La ciudad a partir de la Geografía
La
ciudad incrustada entre el Pichincha, el Panecillo y el Itchimbía comenzaba a
desbordarse atraída por las nuevas residencias de la burguesía y por la intensa
actividad de la estación del Ferrocarril. Durante las primeras
décadas del siglo pasado la traza colonial se había prolongado al norte hacia
el parque de La Alameda, El Ejido y de a poco se poblaba la Mariscal y hacia el
sur, bordeando el panecillo hacia La Magdalena y Chimbacalle. Odriozola a su
llegada constata que Quito es una consecuencia geográfica, la misma que experimentaba un crecimiento
espontáneo pero sin ninguna reflexión previa, por lo que al desarrollar el Plan
se procurará darle un sentido a dichas líneas de crecimiento. (Jones
Odriozola, 1945, p. 13) Para entender la ciudad en la escala
territorial, fue indispensable encontrar en los hitos geográficos, primero su
condición de elementos referenciales o de objetos ordenadores del espacio
macro, y luego un cierto simbolismo que de significados a la ciudad.
La ordenación
de Quito en el Plan se entiende bajo 2 direccionalidades: norte-sur y
este-oeste, solo posibles por su configuración geográfica. La primera dará
lugar a las consideraciones más
funcionales del Plan como son la
movilidad y la correcta concatenación del sistema de distritos, y la segunda
estará particularizada por intenciones que podrían decirse emocionales, en las
que se tensan relaciones entre el Pichincha con sus picos, sus retranqueos y
estribaciones y las lomas que limitan a la ciudad por el este. En la
convivencia de estas direcciones o lógicas se desarrollará el Plan Regulador de
Odriozola, en el que la condición híbrida del continente se hace corpórea: la tradición urbana que avanza por el
territorio (norte-sur), a través de la retícula, de barrios jardín, de centros
cívicos y de diagonales es atravesada constantemente por una realidad
latinoamericana (este-oeste).
2.2 Ordenación del territorio
Las
herramientas empleadas por Odriozola para reorganizar la ciudad provienen de
varios lados y se particularizan sobre el territorio a través un componente
geográfico. Intervienen en el Plan Regulador: la división de funciones
modernista, las diagonales beauxartianas, la visualidad y la importancia de los
hitos geográficos. A continuación se definirá cómo dichas herramientas
estructuran al Quito propuesto.
Primeramente
la ciudad se compone de 3 zonas: vivienda, trabajo y esparcimiento, las que dan
un primer orden a como ésta se había configurado, y que coinciden con sus procesos
de urbanización.
Hacia el sur se designa los barrios obreros y la zona industrial, que se había
asentado de a poco cerca a la estación de Chimbacalle; en el centro se ubica el
Centro Religioso, la Ciudad Universitaria y el Centro Cívico, y hacia el norte amplias
áreas residenciales y el Centro Deportivo.
Después se superponen diagonales que conectan de mejor manera la ciudad y que
se adaptan al perfil topográfico. De esta manera, se evidencia en el Plan Regulador vínculos con el trabajo
del uruguayo Carlos Gómez Gavazzo en el Plan de Punta del Este de 1935, en el
que se aprecia el “querer de las gentes” del que habla Odriozola y
la adaptación de la traza al perfil costanero.
1. Adaptación del
trazado urbano al perfil costanero (Articardi, 2013)
Al analizar la división de
la ciudad y la importancia que adquiere
el centro Cívico - muy próximo a las consideraciones del corazón de la ciudad
de Mumford - es posible ver una tripartición del espacio. En el centro el
complejo gubernamental, al sur el Centro Histórico y hacia el norte el trazado
de la ciudad futura. La jerarquía otorgada al Centro Cívico se plasma al
converger en él las líneas que viene de la ciudad antigua y proyectar a partir
de allí el nuevo Quito. Esta manera de enfrentar la ciudad y de sistematizarla
a través de 3 componentes es comparable con el conjunto de Versalles, conformado
por la ciudad preexistente a las espaldas, el palacio como centro gravitacional
y la vasta extensión de los jardines proyectados hacia el bosque.
2. Centro Cívico del Plan Regulador de Quito1 942-1945. (Jones Odriozola, 1945)
3. Conjunto de Versalles. (Aravena, et al., 2007)
Por
otra parte, la visualidad como ordenadora del territorio, es un recurso que
potencia las consideraciones paisajísticas del Plan y que a su vez permite decidir sobre aspectos como la
orientación de edificios o el trazado de vías. Particularmente, los pasajes de
la Memoria Descriptiva de Plan de Jones son explícitos en su intención de
dominar la ciudad a través de la vista. Llama la atención al respecto la
descripción de las visuales del Centro Deportivo que lo vinculan con el
Pichincha por medio de ejes materializados en la traza y que dan nuevos valores
al lugar. El dominio de grandes porciones del territorio, y la construcción de
perspectivas sobre el espacio urbano se puede rastrear en la tradición francesa,
de nuevo en el conjunto de Versalles, y en el trabajo de
Gavazzo, por lo que se transcribirán a continuación tres pasajes que denotan la
presencia de la visualidad como elemento ordenador:
“El
eje dominante es el oriente-poniente que cruza en forma perpendicular el cuerpo
de la Galería de los Espejos. Una serie de escalinatas van conectando el
palacio con la terraza del agua, y esta con una enorme superficie de césped
denominada tapis vert, la cual se
extiende por más de 300 metros entre la fuente de Latone y la de Apolo. Hacia
el poniente la quieta superficie de agua del gran canal conduce la vista hasta
el horizonte.”
Descripción de
Alejandro Aravena del conjunto de Versalles. (Aravena,
et al., 2007)
“PASEO
CUBIERTO, SOBRE EL OCÉANO: continuando el Pasaje-Exposición, constituye el
acceso a los hoteles económicos.- Amplias vistas sobre la ciudad-jardín, por un
lado y sobre el océano, sería un atractivo sin fin, en todo su extenso
recorrido.- En el horizonte: la isla de Lobos.”
Gómez Gavazzo (1935),
texto adjunto a la perspectiva del Plan de Punta del Este, original en el
Instituto de Historia de la Arquitectura (IHA), Facultad de Arquitectura,
Montevideo. Extraído de (Articardi, 2013)
“Primeros
planos de piedra de las galerías, luego el verde del campo de juego, más allá
la piscina de natación con su unión a las masas construidas del hipódromo, el
que extiende su amplia y verde alfombra hasta llegar a los edificios de la
Concentración Deportiva, detrás de los cuales la amplia Avenida de los Estadios
desplaza la visión hacia el Occidente, haciéndola llegar y subir por las
laderas de mil colores del Pichincha.”
Jones Odriozola.
Memoria Descriptiva del Ante-proyecto del Plan Regulador de Quito 1942 p.31 Descripción
del Centro Deportivo.
2.3 Naturaleza como escenario
Desde otro ámbito la
influencia de las apologías naturalistas gestadas en Europa y Norteamérica
tuvieron incidencia sobre el Plan de Quito, en el que Odriozola incorpora el
verde a diversas escalas, ya sea en franjas separando la zona industrial de los
barrios obreros, reutilizando las quebradas como lugares pintorescos, o bien al
trabajar en la escenificación de las laderas del Pichicha. Jones demuestra un
afán por incorporar a la naturaleza en la vida cotidiana, lo que produce que la
ciudad se entienda desde otra óptica y que aparezca un continuum verde para recorrer
la misma.
Es decir que una vez seccionado
el territorio en funciones específicas y adaptadas la traza al perfil
topográfico, se buscó reforzar los encuadres del paisaje, que a más de generar
imágenes de ciudad buscaban mejorar las condiciones de habitabilidad. Esta
manera de ver la ciudad surge de la crítica de la ciudad industrial del siglo
XIX en la que se vuelve la mirada hacia el campo como alternativa al hacinamiento
y a la contaminación de las ciudades. Hacia 1875 Frederick Law Olmsted plantea
el Emerald Necklace de Boston, primera propuesta de ordenación de la ciudad a
partir de las áreas verdes, en el que la “articulación y concatenación de un
sistema de parques que unían las preexistencias, aprovechaban pantanos, lagunas
y ríos, y creaban dedos verdes o corredores ajardinados y parkways que formaban
un parque continuo “. (Montaner, 2008, p. 210) Odriozola, por su parte,
en la Memoria Descriptiva del Plan, indica que “lo más interesante sería idear
un sistema total que nos permitiera recorrer toda la ciudad por medio de “verdes”
que se irían enlazando unos con otros y proporcionando, por lo tanto la
facilidad y belleza del paseo”. (Jones Odriozola, 1942, p. 34) Además, se plantea
limpiar las quebradas para reutilizarlas como parques. Este eje verde ideado
por Olmsted es adaptado por Jones a la ciudad teniendo en cuenta de nuevo la
particularidad topográfica y valiéndose de ella para que dicho eje suba y baje
por las laderas del Pichincha, creando una escenografía en la ciudad al poder
ver y ser visto desde dichos puntos.
Por otra parte las metáforas
de la naturaleza aplicadas a la ciudad, a través de los conceptos de célula y
tejido van conformando otra lógica más de agrupar elementos en el territorio,
la misma que aparece en el Plan Obus para Argel, de Le Corbusier en 1930-1934,
y que habla ya del crecimiento evolutivo de la ciudad y la entiende, también, como
una estructura celular. (Montaner, 2008)
2.4 Topografía como recurso de monumentalidad
En la escala arquitectónica,
y particularmente en la búsqueda de una nueva monumentalidad se puede ver
también la presencia del hecho geográfico. Odriozola manifiesta sus intenciones
de rever la tradición urbanística al encontrar una herramienta alterna para
hacer que los edificios adquiera una escala mayor. La topografía será el
recurso al que se acude para adquirir esa monumentalidad y que se hace presente,
por ejemplo, en la disposición de la Ciudad
Universitaria, recostada en la pendiente y en asenso por el Pichincha, el Centro Cívico o el Palacio de Gobierno dominando la ciudad hacia el norte. Particularmente
en el caso del segundo Odriozola describe cómo llega a decidir su
emplazamiento:
“Las
necesidades de la ubicación de un Centro Cívico de Gobierno en un lugar tal que
ofrezca las mayores facilidades paisajísticas, que pueda ser observado desde la
mayor serie de puntos con toda la jerarquía y calidad que su propia calidad le
confieren, cuyas conexiones tengan la facilidad, armonía, importancia y
accesibilidad que requiere y al mismo tiempo, lugar que simbólicamente tenga su
asiento en lo más puro y espiritual de
la urbe , nos llevaron a elegir la cuenca o angostura formada entre las laderas
del Pichincha y que rodea la base del monumento al Libertador, para asiento
sobre el cual se levantará el Centro Cívico de Gobierno, especie de cerebro de
toda una nación. La condición topográfica destaca el conjunto, la condición
simbólica respalda con la ciudad colonial todo el pasado de la Tierra”. (Jones
Odriozola, 1945, p. 41)
La jerarquía
de las instituciones colectivas en el Plan Regulador que se logra por el
emplazamiento de las mismas en la ciudad, demuestran cómo, a través de un
trabajo multiescalar, la geografía atraviesa el planteamiento de Jones, erigiéndose
como el recurso más valioso para particularizar a Quito.
3. Apuntes finales
La
hibridación de las múltiples corrientes
de pensamiento que comienzan a verterse sobre Latinoamérica, aparecen en el
plan de Quito y son adaptadas a la ciudad apoyándose de las condiciones naturales de la misma. A su vez el
ejercicio de la ficción permite estructurar dichas vertientes y encauzarlas para
construir significados particulares sobre el territorio.
Odriozola,
al anclarse de la condición geográfica de la ciudad, logra desligarse en cierta
medida de la rígida tradición urbana que venía importada hacia el continente y
plasma en la escala territorial, en el trazado de la ciudad, en los enfoques
del paisaje y en los emplazamientos arquitectónicos los valores de unos elementos identitarios.
Por
otra parte, a pesar de que la revisión moderna y académica está en la base de la
formación de Odriozola, no se logra desprender de referencias históricas, como el
trazado beauxartiano o la división de funciones moderna, constatando que los objetos
de su crítica eran sus mismas herramientas de diseño.
En el
Plan Regulador se hace énfasis en la “ciudad para el pueblo” o en “el querer de
las gentes” que hablan de una postura muy democrática frente al hecho urbano, además
se comparan los procesos de urbanización con conceptos biológicos como el “tejido
vivo”, lo que demuestra la libertad de la ciudad para hacerse a sí misma. Sin
embargo, Odriozola al configurar a Quito lo hace en base a un Centro muy jerárquico, casi ensimismado,
y al que se sitúa como punto gravitacional de la ciudad. Parecería haber cierta
incoherencia entre los procesos espontáneos de la gente y la conservadora postura frente
al poder político.
Finalmente
se puede acotar que la manera de abordar el planeamiento de Odriozola, a partir
de la interiorización de la esencia del territorio, genera un contrapeso al
bagaje de conocimiento que viene desde la formación técnica de la profesión.
Dicha interiorización que está muy próxima a la dimensión de lo inconmensurable en el discurso de
Khan, sustenta las decisiones del Plan Regulador y es el mecanismo que permite
rescatar al territorio latinoamericano como objeto de inspiración para a partir
de allí repensar una modernidad contextualizada.
NOTAS
En este sentido el diario de viaje de
Odriozola: La evolución de la
arquitectura en América, Informe II Lima-Quito, representará la fuente de la cual se extrae la
esencia de los planteamientos para la ciudad.
Los pasajes presentes en dicho diario
también constan en su Memoria
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