Edwin Lozano
La maqueta de estudio
El edificio
Severino, es una de las obras más representativas
de Luis Oleas y Diego Oleas. En ella se nota un claro quiebre entre la
arquitectura conocida y el entusiasmo de encontrar una nueva, aplicable a la
realidad de ese entonces y perdurable
hasta la realidad actual. En este documento se trató de hacer un análisis un poco más profundo, adentrándonos
en esta enigmática edificación sin quedar en la simple descripción, revisando
varios aspectos en torno a la escala macro y micro del proyecto, para ver las
cosas de una nueva forma sin negar los
conocimientos del pasado y tratando de generar un aporte para el futuro.
Como
este proceso es lo contrario a lo que
normalmente hacemos, debemos realizar un
acercamiento a la primera capa de información que tenemos: el elemento
arquitectónico edificado, realizando una
breve descripción de lo existente. El
edificio Severino se encuentra en la esquina de la calle Juan Severino y Antonio Navarro, por el sector de La Carolina
en la ciudad de Quito. Construido en un terreno de 1.430 m2, está conformado
por 8 departamentos de organización
variable. Presenta fachadas
direccionadas hacia los elementos importantes
del sector como lo son el parque
de La Carolina y una vista del volcán Pichincha. La fachada norte presenta una
imagen total y continua, la cual es
contrarrestada por una segunda intención de ejes reticulados desplazados de
la trama principal, los cuales contienen los espacios sociales principales;
este juego de elementos nos susurra una interesante interacción entre interior y exterior. Presenta un volumen pequeño de dos pisos en planta baja y
en los 3 últimos pisos un patio elevado; en la cara oeste un elemento que rompe con la homogeneidad del edificio. Podemos notar que el Severino
nos muestra muchos detalles interesantes, para realizarnos la única pregunta
que importa; ¿Por qué?
Para
el inicio de nuestro entendimiento de
esta pregunta y de la obra debemos tener
un breve reconocimiento de la época y de las diversas manifestaciones que se
dieron. Este cambio de pensamiento a través del tiempo se ve claramente en la arquitectura donde a inicios del siglo XX
se torna vanguardista y adquiere una renovación estética propuesta por el cubismo, neoplasticismo,
entre otros, los cuales darían origen al estilo internacional los cuales eran
una reacción al movimiento historicista, ecléctica y la sobre ornamentación del
Art Nouveau del siglo anterior. Ya en
la segunda parte del siglo, como es muy común en la arquitectura, se da una reacción
a la propuesta anterior. Es por eso que en la década de los 80´s aparece el
deconstructivismo, un movimiento que trata de comprender la esencia de los elementos que componen
la “verdad detrás de la verdad” algo
similar a lo que Piet Mondrian y el ruso Kandinski tratan de desarrollar ya en los inicios del siglo con su arte, donde
buscan encontrar la estructura base
del universo, según estructuras
geométricas y colores. Fue una época de cambio a finales de los años 80´s e
inicios de los 90´s. En el área musical fue denominada “la década de la diversidad musical”
por la aparición de nuevos tipos de música incluyendo a todos los tipos de
corriente, donde la tecnología empieza a reducir procesos, reducir distancias,
con la aparición de la red (1989) y la
reducción de esfuerzo con el aparecimiento del microprocesador que daba una
mayor calidad de producción. Este
periodo es donde la humanidad empieza la sobre producción de conocimiento de la
cual actualmente hoy estamos sobresaturados. Es así como toda esta corriente de cambio, aceptación,
reconsideración, investigación, difusión se riega por los países de primer
mundo, influyendo en todas las expresiones, por la forma en que es difundida la
información en la época no sorprende el
retraso de esta corriente en los países
tercermundistas como el nuestro llegando a aparecer este tipo de cambios recién
a finales del siglo XX reconociendo más que nada esta obra de Oleas.
Oleas, alquimista
del espacio
Luis Oleas, riobambeño, graduado de la facultad de
arquitectura de la Universidad Central (1960) donde la carrera de arquitectura
e ingeniería se separan una de otra. Después de una temporada por Francia donde desarrolla su visión, su detallismo,
formando y dando base a varios de sus elementos insignia como la ortogonalidad en plantas y fachadas, volúmenes
limpios que transmitían un aura sobria pero acogedora, grandes espacios donde
la luz era el principal elemento de diseño. Para Oleas era esencial la mezcla
exacta y precisa de cada una de estas cualidades para dejar en cada una de sus
obras un poco del avance de este infinito estudio del espacio. Esto se nota perfectamente
en sus primeros proyectos al regresar al Ecuador por ejemplo “la casa Bechdach”, donde sin miedo
se podría decir que Luis Oleas “enseño a vivir a la clase media de Quito”. Es
importante decir que como cualquier otro científico, siempre busco conocimiento,
el cual le ayudara a desarrollar más su visión, en especial le interesó el
conocimiento obtenido por la interacción entre culturas. Por eso es importante
resaltar la labor que siempre tuvo por el desarrollo y la realización de tipo
de relaciones, siendo así el precursor de la Bienal de Arquitectura de Quito.
El
primogénito
Diego Oleas después de obtener su título de arquitecto en la Universidad
de los Andes en Bogotá, continua sus
estudios en EEUU hasta finales de los 80
donde es influido por toda esta corriente de cambio deconstructivista presente
en estos años “por un posmodernismo neo-racionalista”. Al volver al Ecuador
trae esta corriente y comparte con su padre para, juntos producir esta obra del
Severino, en la cual se ve el estudio en conjunto de ambos para un
nuevo entendimiento del espacio, sin
perder el conocimiento y la esencia de
los elementos aprendidos y construidos a través del tiempo, fusionándolos con
todos estos nuevos conceptos de una manera armónica
Entre el Tiempo
En el edificio Severino podemos ver varios elementos que nos
hacen reflexionar y trasladarnos subconscientemente al pasado. Estos nos hacen
considerar las opciones del futuro y la evolución de la sociedad con el
elemento arquitectónico, teniendo una suerte de “arquitectura de resonancia”
expresada en términos sociales y formales. En lo social podríamos mencionar el
detalle del elemento de dos pisos de altura. En las primeras plantas es muy
interesante ver como los Oleas utilizan este elemento como un filtro donde
logran comunicarse con una escala mucho
más gentil a la parte social, “urbana” y
en concordancia con las proporciones de las edificaciones de la época en el
sector, pero dando pauta al crecimiento que se iba a dar sobretodo en este
sector norte de la ciudad. Notamos también en una de las fachadas la
utilización de una cuadrícula para los ventanales utilizando detalles muy sobrios,
cubistas, repetidos como un suspiro de la ortogonalidad esencial de Luis Oleas
usada hasta entonces, la cual tiene una resonancia con una segunda malla de
ejes mucho más tenue que utiliza
elementos incluso de las ventanas, lo que nos marca una interacción entre el
afuera y el adentro, entre el pasado y el futuro. La utilización de vanos en el
detalle de la parte superior le da una atmosfera tripartita al edificio haciendo una evocación al “ORDEN” al más puro estilo de Aldo Rossi,
transportándonos a la esencia del pasado clásico, entendido y transcrito al
presente de la época para “La apreciación futura del hoy”.
Entre el
Espacio
La calidad del espacio siempre fue importante para los Oleas
pero hasta ese entonces sobre todo para
Luis Oleas fue muy ortogonal. En el edificio Severino se da un punto de quiebre donde padre e hijo
se dan al estudio del espacio fuera de esta camisa de la
ortogonalidad. Es por eso que tenemos
una planta muy activa en términos
de composición con elementos que se
atraviesan, elementos que se salen (como el volumen triangular en una de las fachadas que no termina siendo
residual) y la aparición de paredes orgánicas en especial la de los últimos
pisos conformando un patio elevado (concepto muy interesante aplicado a la
obra, dando múltiples calidades de espacio con la relación entre interior –
exterior – escala); Trataron de llegar a un tipo de tecnificación del arte o
eficiencia experimental para que el espacio no pierda valor funcional
pero extendiendo, experimentando
o jugando con las posibilidades espaciales conocidas y aplicables a estos
nuevos conceptos a los que se querían
acercar estos alquimistas.
En conclusión, esta obra es un claro ejemplo de todas las
consideraciones que los arquitectos debemos tener para realizar o proponer una
buena respuesta edificable para que el elemento no sea solo una “máquina para habitar”
sino un elemento que de una mejor calidad de vida a los usuarios. Esto sin perder tanto el valor
funcional como el conceptual, nunca olvidándonos que la arquitectura es el arte
que se habita, es decir integrando al individuo con lo urbano, sin perder las
lecciones aprendidas a través del tiempo, aplicándolas al ahora para que perduren
en el futuro, desarrollando nuevos conocimientos y expandiendo las fronteras de
lo posible. Creo que es una obra con una enorme carga “socio-histórica” en ocasiones muy osada por esta resolución aparentemente caótica, tal
vez sin ser la más óptima, pero siendo
completamente válida para el estudio y aplicación en obras posteriores, lo cual
he intentado proponer para hacer en esta
maqueta de estudio conceptual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario