21.5.14

Quito: El Plan Jones Odriozola (1942-1945) y el Territorio - La contextualización de la ciudad moderna

Juan Carlos Villacrés

En Marzo de 1941, el arquitecto-urbanista Jones Odriozola (1913-1994), después de  ganar el Gran Premio de la Facultad de Arquitectura de Montevideo, emprende un viaje por el continente americano. En el transcurso del viaje llega a Quito, en dónde las imágenes de la ciudad contenida, de la escala del lugar y de la geografía, de las edificaciones coloniales y de la apariencia remota del asentamiento influyen para generar unos primeros pensamientos sobre la ciudad. Más tarde estos pensamientos o impresiones desembocarán en el Plan Regulador de Quito (1942-1945), primera propuesta de acción planificada de la ciudad después del trazado colonial del siglo XVI.

El plan de Quito propuesto por Odriozola muestra ciertas posturas frente a la naturaleza, al paisaje, al carácter del lugar y a las condiciones topográficas, las mismas que representan una forma particular de leer el territorio. Estas posturas se convierten en factores bajo los cuales se entienden los hechos urbanos y se planifica sobre los mismos; además, aparecen aquí las consideraciones sobre el territorio como recurso para particularizar o hacer nuestro un saber urbano[1] que viene importado desde los centros del mundo occidental. En el caso de Odriozola dichos factores inherentes al territorio son los que permiten entender la ciudad de 1940 y pensar, a través de una contextualización local o adaptación quiteña de la tradición urbanística, la posible ciudad del Plan Regulador. La realidad geográfica de Quito, por ejemplo, es un elemento transversal mediante el cual se encuentran respuestas tanto a problemas de movilidad o a la normativa de edificaciones, y se entiende la búsqueda de valores simbólicos en las imágenes del macizo del Pichincha.  

Con Jones, se da comienzo a una serie de planes que intentan encauzar el crecimiento acelerado de la ciudad del siglo XX, que venía acentuándose desde los cambios introducidos por la revolución liberal y más tarde la consolidación de Quito como centro administrativo y polo de desarrollo de la zona norte del Ecuador.[2] A pesar de que las visiones de Odriozola no llegaron a materializarse mayormente, representan importantes aportes en cuanto a la valorización del lugar, a pensar la ciudad desde las condiciones naturales de su emplazamiento, a utilizar los recursos disponibles, a la búsqueda de códigos o imágenes de identidad y a su capacidad de sintetizar los insumos del momento latinoamericano. Es relevante, también, como se aborda el proceso de planeamiento desde la impresión, desde una valoración emocional que, una vez en la memoria, permite construir significados sobre el territorio.[3] Así, como indica el maestro de Jones, Julio Vilamajó, la ficción y la fantasía se sitúan como método de aproximación a lo real.

Por lo anterior, se propone, en el presente estudio, rescatar las consideraciones sobre el territorio del plan de Odriozola, para situarlas en la historia y contrastarlas con líneas de pensamiento y momentos clave del urbanismo precolombino, europeo, y norteamericano.[4] En una primera instancia se abordarán las posturas de Jones, frente a la ciudad y al territorio, que determinan su manera particular de ver a Quito y que explican cómo él se aproxima al diseño urbano; después, se verá cómo, a partir de unas intenciones subyacentes que estructuran su propuesta, logra dar solución a cuestiones formales, funcionales, estéticas y simbólicas, las cuales, a través de varias escalas, son traducidas en acciones específicas sobre el Quito del Plan Regulador.

Se conformarán dos apartados en este estudio, a los que se ha denominado Jones Odriozola: visiones del medio latinoamericano y El territorio en el Plan Regulador de Quito (1942-1945), en los que se ampliará los temas antes mencionados. Al finalizar, se anotarán algunos apuntes a manera de conclusiones.

1. Jones Odriozola: visiones del medio latinoamericano

A continuación se intentará establecer un marco de contexto previo al análisis de la intervención de Odriozola. En este capítulo se aborda el mestizaje cultural como condición de la profesión en el continente a inicios de siglo, la necesidad de revisar los postulados modernos y la ficción como herencia latinoamericana.

1.1 Mestizaje cultural y la contextualización del saber urbano
 
El escenario uruguayo en el que se desenvuelve Odriozola en sus años previos a Quito, está determinado por una serie de sucesos que coinciden en el continente y que, durante el primer tercio del siglo pasado, comienzan a enriquecer los medios académicos y profesionales en dónde la cuestión urbana pasa a ser protagonista. Por ello, y para dar un sentido a las líneas de pensamiento que intervendrán después en el Plan de Quito definiremos brevemente dicho contexto. 

Las primeras décadas del siglo XX en Sudamérica están marcadas por una trasformación de sus ciudades, que a la luz de los cambios producidos por una naciente industrialización, las migraciones desde el campo[5], la dispersión de la burguesía hacia los límites de la ciudad, y ciertas reivindicaciones cívicas empiezan a rever la estructura poscolonial, deficiente de servicios, sobre la que están asentadas. Los problemas de alojamiento en las ciudades, por otra parte, implican que unas discusiones higienistas comiencen a generarse en Buenos Aires, Montevideo, Santiago, Río de Janeiro y La Habana por lo que aparecen plataformas como las Conferencias Interamericanas de 1897 y 1902 y más tarde los Congresos Panamericanos de Arquitectos. (Almandoz, 2007) Hacia finales de los años veinte el aparecimiento de cursos y cátedras de urbanismo y planificación será un indicio de la relevancia que adquiere el planeamiento y que mostrará sus resultados en las siguientes décadas. Más tarde, lo insostenible de las nuevas urbes y las recientes investigaciones europeas, promueven unos primeros “planes que fueron emprendidos por los gobiernos locales, apoyados en expertos foráneos y nuevas generaciones de profesionales criollos”. (Almandoz, 2007) A esto se  suma que, la presencia de la tradición académica Beaux Arts y la gran influencia parisina, arraigadas desde la Bella Época, quedan rezagadas y la atención se cierne sobre otro polo de la modernidad, el estadounidense. Siguiendo a Francis Violich se puede anotar que “un movimiento moderno de Beaux Arts inspiró el final de los años 1930, y una orientación social la mitad de los 1940, sólo para dar paso a principios de los 1950 a un enfoque funcional generado en las técnicas norteamericanas.” (Violich, 1975, p. 285)

Desde esta perspectiva se entenderá la conformación híbrida del medio académico en el que se forma Jones Odriozola[6], en el que intervienen la tradición académica francesa, el esteticismo sitteano, las apologías naturalistas, el urbanismo norteamericano de los CIAM, las visiones extranjeras de arquitectos que visitaban el continente[7], la permanente huella prehispánica y colonial y un ímpetu local de elaborar un pensamiento propio. Esta hibridación o mestizaje que define la manera de ser de la formación latinoamericana de los años 30, promoverá que a futuro se plasme un urbanismo que se nutre de muchos lados para particularizarse.[8] En el caso de Quito, a pesar de  que la  condición geográfica destaca como mecanismo para entender la ciudad, ello no implica la ausencia de unas imágenes barrocas. Son evidentes, por ejemplo las huellas de Haussmmann, de Olmsted, de Howard, de Le Corbusier, de Mumford, de Wright, de la cosmovisión andina y de los maestros uruguayos.

1.2 La revisión moderna a partir de la ficción
 
El encuentro de Odriozola con la ciudad sucede en el transcurso de su viaje en ascenso por Sudamérica, en medio de reflexiones sobre lo que ve en el norte Argentino, en Bolivia, Perú y en la ruta desde la costa a la sierra ecuatoriana. La base poética del relato al referirse a paisajes naturales, es una muestra de su sensibilidad hacia el territorio sudamericano, que aparece ya en su proyecto del Palacio de la Fraternidad Universal de 1939, y que se plasman sobre un Quito de tamaño reducido, casi intacto por el mundo moderno y sujeto todavía a su traza colonial, en dónde las proyecciones hacia el norte y sur eran incipientes. La ciudad, esforzándose por salir del estancamiento en los modos de vida de la colonia es, paradójicamente[9], una ciudad en vías de construcción, sobre la que no se había trabajado en cuanto a planeamiento urbano.

Por otra parte, el Odriozola que llega a Quito está consciente que hay una necesidad de revisar la profesión y sus métodos, que bien sean tradicionales o modernos, no son contextualizados al trasladarse al continente. Almandoz al referirse a este hecho indica que “era difícil entender la posibilidad de formular un futuro desde la propia historia; siempre pesaba más el modelo externo de lo que ‘se debía ser’ antes de entender ‘lo que se era’” (Almandoz, 2004, p. 244). En este contexto, dos son las influencias evidentes que actúan sobre Jones: Vilamajó y Wright; el primero, insiste en el símbolo como elemento fundamental e imperecedero de la arquitectura, así como en la capacidad de imaginar; mientras  que el segundo, mostrará en sus obras una recuperada noción de “carácter”. A esto se suma que para entonces, Jones no ve en la arquitectura popular de Quito exploraciones que intenten re-cualificarla, más bien se había tendido a replicar motivos coloniales, por lo que las ideas sobre la búsqueda de nuevos valores, encajaban perfectamente en una ciudad  en la que todo estaba por hacer. Al desarrollarse el Plan Regulador, la mirada sobre la ciudad se produce siempre en torno a una traducción del saber urbano, que, en intención más que en acciones, se plasma al buscar un simbolismo en las condiciones geográficas de la ciudad, al interpretar la esencia de la misma a través de ficciones y al utilizar dichas ficciones para caracterizar los planteamientos.

Es relevante vincular el ejercicio de la ficción, recomendado a Odriozola, con su raíz latinoamericana, por lo que primeramente cabe decir que inventar a partir de la imaginación será una manera de estar en el mundo, una actitud cuya condición previa es un sentimiento trágico de la vida[10] que subvierte los significados de lo visto y lo vivido. Este fenómeno tiene un precedente en el siglo XVI, durante la  construcción de lo americano que, a través de un ethos barroco [11], complejiza la realidad prehispánica y re-direcciona la europea. A través de los siglos dicha fabulación, sumada a otros factores geo-políticos, sociales y culturales ha consolidado una lógica particular de construir al continente[12]; por lo que la ficción propia del barroco, transfigurada en literatura fantástica, en costumbres o en la ornamentación del espacio doméstico[13], ha devenido herencia latinoamericana[14], cuya presencia en el territorio, particularizado por el medio natural, por la topografía y por las visiones poéticas que estos evocan, produjo una “modernidad pintoresca, impregnada de fantasías” (Cobas, 2012, p. 148) En el Plan de Odriozola lo escenográfico, lo barroco y lo ficcional, que surgen de un malestar con el urbanismo moderno, tendrán incidencia en lo pintoresco, en la idealización del paisaje y en la mitificación de la montaña. Además, los apuntes sobre Quito serán una interpretación interiorizada de lo que la ciudad quería ser[15], y a la que Jones intentará llegar de varias maneras a través del Plan Regulador.
*
Los hechos que se confabulan a la llegada de Jones, hacen que él y la ciudad se ubiquen en el lugar y tiempo precisos: la temprana edad, la ilusión de nuevos aires para la profesión, la ciudad intacta, el nulo planeamiento y la deficiente arquitectura son factores que instaban a posponer el viaje y a aceptar un encargo que, por las condiciones que se han anotado, demandaba un ejercicio de hibridación, contextualización y síntesis a la luz de la revisión moderna.

2. El territorio en el Plan Regulador de Quito (1942-1945)
 
En este apartado se ahondará en el Plan Regulador como registro de las visiones urbanas y territoriales gestadas en la formación de Odriozola. La presencia de sus consideraciones sobre la ciudad se constata a través de varias escalas, por lo que el análisis se abordará desde el entendimiento territorial, pasando por las trazas urbanas, la caracterización de enfoques visuales, la conformación de los distritos y los objetos arquitectónicos. A estos temas corresponden los subcapítulos que siguen a continuación.

2.1 La ciudad a partir de la Geografía
 
La ciudad incrustada entre el Pichincha, el Panecillo y el Itchimbía comenzaba a desbordarse atraída por las nuevas residencias de la burguesía y por la intensa actividad de la estación del Ferrocarril.[16] Durante las primeras décadas del siglo pasado la traza colonial se había prolongado al norte hacia el parque de La Alameda, El Ejido y de a poco se poblaba la Mariscal y hacia el sur, bordeando el panecillo hacia La Magdalena y Chimbacalle. Odriozola a su llegada constata que Quito es una consecuencia geográfica,  la misma que experimentaba un crecimiento espontáneo pero sin ninguna reflexión previa, por lo que al desarrollar el Plan se procurará darle un sentido a dichas líneas de crecimiento. (Jones Odriozola, 1945, p. 13) Para entender la ciudad en la escala territorial, fue indispensable encontrar en los hitos geográficos, primero su condición de elementos referenciales o de objetos ordenadores del espacio macro, y luego un cierto simbolismo que de significados a la ciudad.[17]

La ordenación de Quito en el Plan se entiende bajo 2 direccionalidades: norte-sur y este-oeste, solo posibles por su configuración geográfica. La primera dará lugar  a las consideraciones más funcionales del Plan como son la movilidad y la correcta concatenación del sistema de distritos, y la segunda estará particularizada por intenciones que podrían decirse emocionales, en las que se tensan relaciones entre el Pichincha con sus picos, sus retranqueos y estribaciones y las lomas que limitan a la ciudad por el este. En la convivencia de estas direcciones o lógicas se desarrollará el Plan Regulador de Odriozola, en el que la condición híbrida del continente se hace corpórea:  la tradición urbana que avanza por el territorio (norte-sur), a través de la retícula, de barrios jardín, de centros cívicos y de diagonales es atravesada constantemente por una realidad latinoamericana (este-oeste).

2.2 Ordenación del territorio
 
Las herramientas empleadas por Odriozola para reorganizar la ciudad provienen de varios lados y se particularizan sobre el territorio a través un componente geográfico. Intervienen en el Plan Regulador: la división de funciones modernista, las diagonales beauxartianas, la visualidad y la importancia de los hitos geográficos. A continuación se definirá cómo dichas herramientas estructuran al Quito propuesto.
Primeramente la ciudad se compone de 3 zonas: vivienda, trabajo y esparcimiento, las que dan un primer orden a como ésta se había configurado, y que coinciden con sus procesos de urbanización.[18] Hacia el sur se designa los barrios obreros y la zona industrial, que se había asentado de a poco cerca a la estación de Chimbacalle; en el centro se ubica el Centro Religioso, la Ciudad Universitaria y el Centro Cívico, y hacia el norte amplias áreas residenciales y el Centro Deportivo. Después se superponen diagonales que conectan de mejor manera la ciudad y que se adaptan al perfil topográfico. De esta manera, se evidencia  en el Plan Regulador vínculos con el trabajo del uruguayo Carlos Gómez Gavazzo en el Plan de Punta del Este de 1935, en el que se aprecia el “querer de las gentes”[19] del que habla Odriozola y la adaptación de la traza al perfil costanero.

1. Adaptación del trazado urbano al perfil costanero (Articardi, 2013) 

Al analizar la división de la ciudad  y la importancia que adquiere el centro Cívico - muy próximo a las consideraciones del corazón de la ciudad de Mumford - es posible ver una tripartición del espacio. En el centro el complejo gubernamental, al sur el Centro Histórico y hacia el norte el trazado de la ciudad futura. La jerarquía otorgada al Centro Cívico se plasma al converger en él las líneas que viene de la ciudad antigua y proyectar a partir de allí el nuevo Quito. Esta manera de enfrentar la ciudad y de sistematizarla a través de 3 componentes es comparable con el conjunto de Versalles, conformado por la ciudad preexistente a las espaldas, el palacio como centro gravitacional y la vasta extensión de los jardines proyectados hacia el bosque.

2Centro Cívico del Plan Regulador de Quito1 942-1945. (Jones Odriozola, 1945)

3Conjunto de Versalles. (Aravena, et al., 2007)

Por otra parte, la visualidad como ordenadora del territorio, es un recurso que potencia las consideraciones paisajísticas del Plan y que a su vez permite decidir sobre aspectos como la orientación de edificios o el trazado de vías. Particularmente, los pasajes de la Memoria Descriptiva de Plan de Jones son explícitos en su intención de dominar la ciudad a través de la vista. Llama la atención al respecto la descripción de las visuales del Centro Deportivo que lo vinculan con el Pichincha por medio de ejes materializados en la traza y que dan nuevos valores al lugar. El dominio de grandes porciones del territorio, y la construcción de perspectivas sobre el espacio urbano se puede rastrear en la tradición francesa, de nuevo en el conjunto de Versalles,[20] y en el trabajo de Gavazzo, por lo que se transcribirán a continuación tres pasajes que denotan la presencia de la visualidad como elemento ordenador:

“El eje dominante es el oriente-poniente que cruza en forma perpendicular el cuerpo de la Galería de los Espejos. Una serie de escalinatas van conectando el palacio con la terraza del agua, y esta con una enorme superficie de césped denominada tapis vert,  la cual se extiende por más de 300 metros entre la fuente de Latone y la de Apolo. Hacia el poniente la quieta superficie de agua del gran canal conduce la vista hasta el horizonte.”
Descripción de Alejandro Aravena del conjunto de Versalles. (Aravena, et al., 2007)

“PASEO CUBIERTO, SOBRE EL OCÉANO: continuando el Pasaje-Exposición, constituye el acceso a los hoteles económicos.- Amplias vistas sobre la ciudad-jardín, por un lado y sobre el océano, sería un atractivo sin fin, en todo su extenso recorrido.- En el horizonte: la isla de Lobos.”
Gómez Gavazzo (1935), texto adjunto a la perspectiva del Plan de Punta del Este, original en el Instituto de Historia de la Arquitectura (IHA), Facultad de Arquitectura, Montevideo. Extraído de (Articardi, 2013)

“Primeros planos de piedra de las galerías, luego el verde del campo de juego, más allá la piscina de natación con su unión a las masas construidas del hipódromo, el que extiende su amplia y verde alfombra hasta llegar a los edificios de la Concentración Deportiva, detrás de los cuales la amplia Avenida de los Estadios desplaza la visión hacia el Occidente, haciéndola llegar y subir por las laderas de mil colores del Pichincha.”
Jones Odriozola. Memoria Descriptiva del Ante-proyecto del Plan Regulador de Quito 1942 p.31 Descripción del Centro Deportivo.

2.3 Naturaleza como escenario
 
Desde otro ámbito la influencia de las apologías naturalistas gestadas en Europa y Norteamérica tuvieron incidencia sobre el Plan de Quito, en el que Odriozola incorpora el verde a diversas escalas, ya sea en franjas separando la zona industrial de los barrios obreros, reutilizando las quebradas como lugares pintorescos, o bien al trabajar en la escenificación de las laderas del Pichicha. Jones demuestra un afán por incorporar a la naturaleza en la vida cotidiana, lo que produce que la ciudad se entienda desde otra óptica y que aparezca un continuum verde para recorrer la misma.

Es decir que una vez seccionado el territorio en funciones específicas y adaptadas la traza al perfil topográfico, se buscó reforzar los encuadres del paisaje, que a más de generar imágenes de ciudad buscaban mejorar las condiciones de habitabilidad. Esta manera de ver la ciudad surge de la crítica de la ciudad industrial del siglo XIX en la que se vuelve la mirada hacia el campo como alternativa al hacinamiento y a la contaminación de las ciudades. Hacia 1875 Frederick Law Olmsted plantea el Emerald Necklace de Boston, primera propuesta de ordenación de la ciudad a partir de las áreas verdes, en el que la “articulación y concatenación de un sistema de parques que unían las preexistencias, aprovechaban pantanos, lagunas y ríos, y creaban dedos verdes o corredores ajardinados y parkways que formaban un parque continuo “. (Montaner, 2008, p. 210) Odriozola, por su parte, en la Memoria Descriptiva del Plan, indica que “lo más interesante sería idear un sistema total que nos permitiera recorrer toda la ciudad por medio de “verdes” que se irían enlazando unos con otros y proporcionando, por lo tanto la facilidad y belleza del paseo”. (Jones Odriozola, 1942, p. 34) Además, se plantea limpiar las quebradas para reutilizarlas como parques. Este eje verde ideado por Olmsted es adaptado por Jones a la ciudad teniendo en cuenta de nuevo la particularidad topográfica y valiéndose de ella para que dicho eje suba y baje por las laderas del Pichincha, creando una escenografía en la ciudad al poder ver y ser visto desde dichos puntos.  

Por otra parte las metáforas de la naturaleza aplicadas a la ciudad, a través de los conceptos de célula y tejido van conformando otra lógica más de agrupar elementos en el territorio, la misma que aparece en el Plan Obus para Argel, de Le Corbusier en 1930-1934, y que habla ya del crecimiento evolutivo de la ciudad y la entiende, también, como una estructura celular. (Montaner, 2008)

2.4 Topografía como recurso de monumentalidad
 
En la escala arquitectónica, y particularmente en la búsqueda de una nueva monumentalidad se puede ver también la presencia del hecho geográfico. Odriozola manifiesta sus intenciones de rever la tradición urbanística al encontrar una herramienta alterna para hacer que los edificios adquiera una escala mayor. La topografía será el recurso al que se acude para adquirir esa monumentalidad y que se hace presente, por ejemplo, en la disposición de la Ciudad Universitaria, recostada en la pendiente y en asenso por el Pichincha, el Centro Cívico o el Palacio de Gobierno dominando la ciudad hacia el norte. Particularmente en el caso del segundo Odriozola describe cómo llega a decidir su emplazamiento:

“Las necesidades de la ubicación de un Centro Cívico de Gobierno en un lugar tal que ofrezca las mayores facilidades paisajísticas, que pueda ser observado desde la mayor serie de puntos con toda la jerarquía y calidad que su propia calidad le confieren, cuyas conexiones tengan la facilidad, armonía, importancia y accesibilidad que requiere y al mismo tiempo, lugar que simbólicamente tenga su asiento en lo más puro  y espiritual de la urbe , nos llevaron a elegir la cuenca o angostura formada entre las laderas del Pichincha y que rodea la base del monumento al Libertador, para asiento sobre el cual se levantará el Centro Cívico de Gobierno, especie de cerebro de toda una nación. La condición topográfica destaca el conjunto, la condición simbólica respalda con la ciudad colonial todo el pasado de la Tierra”. (Jones Odriozola, 1945, p. 41)

La jerarquía de las instituciones colectivas en el Plan Regulador que se logra por el emplazamiento de las mismas en la ciudad, demuestran cómo, a través de un trabajo multiescalar, la geografía atraviesa el planteamiento de Jones, erigiéndose como el recurso más valioso para particularizar a Quito.

3. Apuntes finales
 
La hibridación de las múltiples  corrientes de pensamiento que comienzan a verterse sobre Latinoamérica, aparecen en el plan de Quito y son adaptadas a la ciudad apoyándose de las  condiciones naturales de la misma. A su vez el ejercicio de la ficción permite estructurar dichas vertientes y encauzarlas para construir significados particulares sobre el territorio.

Odriozola, al anclarse de la condición geográfica de la ciudad, logra desligarse en cierta medida de la rígida tradición urbana que venía importada hacia el continente y plasma en la escala territorial, en el trazado de la ciudad, en los enfoques del paisaje y en los emplazamientos arquitectónicos los  valores de unos elementos identitarios.
 
Por otra parte, a pesar de que la revisión moderna y académica está en la base de la formación de Odriozola, no se logra desprender de referencias históricas, como el trazado beauxartiano o la división de funciones moderna, constatando que los objetos de su crítica eran sus mismas herramientas de diseño.

En el Plan Regulador se hace énfasis en la “ciudad para el pueblo” o en “el querer de las gentes” que hablan de una postura muy democrática frente al hecho urbano, además se comparan los procesos de urbanización con conceptos biológicos como el “tejido vivo”, lo que demuestra la libertad de la ciudad para hacerse a sí misma. Sin embargo, Odriozola al configurar a Quito lo hace en base a un Centro muy jerárquico, casi ensimismado, y al que se sitúa como punto gravitacional  de la ciudad. Parecería haber cierta incoherencia entre los procesos espontáneos  de la gente y la conservadora postura frente al poder político.

Finalmente se puede acotar que la manera de abordar el planeamiento de Odriozola, a partir de la interiorización de la esencia del territorio, genera un contrapeso al bagaje de conocimiento que viene desde la formación técnica de la profesión. Dicha interiorización que está muy próxima a la dimensión de lo inconmensurable en el discurso de Khan, sustenta las decisiones del Plan Regulador y es el mecanismo que permite rescatar al territorio latinoamericano como objeto de inspiración para a partir de allí repensar una modernidad contextualizada.          

NOTAS


[1] Para el tiempo de Odriozola se tiene, por un lado, la tradición académica europea, en especial los planteamientos de la escuela Beaux Arts y, por otro, la internacionalización de modelos de ciudad, difundidos a través de los CIAM’s.

[2] “[…] a diferencia de países europeos donde la consolidación disciplinar estuvo asociada a la promulgación legislativa, bien fuera a nivel nacional o municipal, el urbanismo latinoamericano sería proclamado por nuevos planes para las capitales y grandes ciudades, los cuales fungirían como partidas de nacimiento de la nueva disciplina.” (Almandoz, 2007, p. 65)
[3] En este sentido el diario de viaje de Odriozola: La evolución de la arquitectura en América, Informe II Lima-Quito,  representará la fuente de la cual se extrae la esencia de los planteamientos para la ciudad. Los pasajes presentes en dicho diario  también constan en su Memoria Descriptiva del Anteproyecto del Plan Regulador de Quito (1942).

[4] Algunos referentes de intervenciones en el territorio, aparecen recurrentemente como reflejo de  las ideas vertidas en el Plan de Quito: el palacio de Versalles y su entorno, los sistemas verdes de Frederick Law Olmsted y la concepción del Plan de Punta del Este (1935) de Carlos Gómez Gavazzo.
[5]Argentina y el Cono Sur tenían más del 50 por ciento de su población urbanizada desde 1914, mientras que las repúblicas andinas o centroamericanas serían predominantemente rurales hasta los cincuenta.” (Almandoz, 2007, p. 61) extraído de (Beyhaut & Beyhaut, 1985, pp. 210 -211)

[6] En el emergente cono sur, La Facultad de Arquitectura de Montevideo, imparte el curso de Trazado de Ciudades y Arquitectura Paisajística a cargo de Mauricio Cravotto al que asiste Odriozola.  (Cobas, 2012)  Montevideo será pionero en la región junto con la creación en 1926, del curso de Planificación de Ciudades y Arte Cívico de la ENBA en México, tres años después la cátedra de urbanismo de Della Paolera en Rosario y de las cátedras de urbanismo y paisajismo promovidas en la ENBA de Rio por  Lucio Costa en 1931. (Almandoz, 2007)

[7] “Los visitantes representaron corrientes internacionales diversas que colorearon la modernidad urbanística latinoamericana, ayudando a desbrozar medios profesionales y académicos: Bouvard, Forestier, Agache y Rotival prolongaron las formas del academicismo francés, mientras que Le Corbusier, Hegemann y Brunner representaron tendencias más vanguardistas o tecnicistas.” (Almandoz, 2007, p. 75)

[8] Fenómeno que se puede rastrear ya en la reconstrucción  del mundo americano del siglo XVII a partir de lo prehispánico, lo europeo y lo africano. (Echeverría, 2010)

[9] Después de  sus más de 400 años de historia, posterior a la conquista, como real audiencia y capital.

[10] Este malestar podrá rastrearse de nuevo en Vilamajó en otra de sus cartas a Jones de 1946. "Trabajar... En qué?  Bien podríamos trabajar en lo nuestro: Arquitectura, trabajar para que esa vieja palabra adquiera su sentido. Hoy la sustituyen por planificación pero esta palabra, por su vaguedad, no puede producir cosas incrustadas en el tiempo espiritual. […] Planificación solo se refiere a necesidades materiales del hombre para crear mitos, que luego se traduzcan en temas arquitectónicos del orden monumental. Necesitamos magos. Necesitamos un renacimiento de la magia, para vivir en un mundo ajustado donde reine el optimismo y la seguridad de vivir. Cuando los magos hayan creado el ambiente propicio, la planificación será Arquitectura..."  extraído de (Retamoso, 2008)

[11] Concepto desarrollado por el filósofo ecuatoriano, Bolívar Echeverría, acerca de una versión del humano moderno no-capitalista que aparece al ser construidos los valores del mundo americano. Dicha construcción, que surge a imagen y semejanza de lo europeo,  tendrá como protagonistas a indios y criollos, quienes asimilan y  transforman los valores europeos para moldear un mundo más vivible. (Echeverría, 2010)

[12] En cuanto al período en cuestión, Cobas encuentra que: “La modernidad latinoamericana se construyó de modo más heterodoxo, liminal y físico (en el desplazamiento en el territorio) y su imagen  adquirió las dimensiones de la ficción.” (Cobas, 2012, pp. 124-125)

[13] Al respecto es esclarecedor el trabajo de Del Pino en  La casa Popular de Quito: “Otra” estética, “Otra” vida, en el que se  encuentran connotaciones barrocas al analizar la distribución de los objetos en el espacio doméstico. (Del Pino M., 2010)

[14]  “Parece que cada latinoamericano haya heredado un cierto espíritu de Robinson Crusoe o de colonizador, y tenga una especial capacidad para crear mundos, tal como han hecho sus novelistas. Todo ello se produce en unos contextos caracterizados por la sensibilidad humanista y realista, en una Latinoamérica en continua crisis existencial, en unas culturas que se vuelcan hacia el paisaje.” (Montaner, 2011, p. 31)

[15] En correpondecia con las posteriores investigaciones del genius loci de Norberg Schulz o la naturaleza de las cosas de Khan.
[16]Abarrotados desde finales del siglo XIX con actividades administrativas y comerciales, los centros tradicionales albergaron también inmigrantes rurales y extranjeros atraídos por la industrialización incipiente, mientras que las clases medias y altas habían comenzado a buscar nuevas localizaciones residenciales, estableciendo así la dirección para el crecimiento de sus capitales”  (Almandoz, 2007, p. 64) en referencia a (Harris, 1971).

[17] En este sentido se ve en las culturas prehispánicas  un precedente histórico del simbolismo de la geografía:  “Existe una cosmovisión andina específica que tiende a mitigar el caos –el aparente desorden de la naturaleza – bien estableciendo nexos y relaciones entre el hombre, los accidentes geográficos y la forma en que se manifiestan las fuerzas de la naturaleza, bien estableciendo alineaciones estructurantes y ordenadoras encaminadas a dotar de un sentido preciso el ámbito ocupado por cada etnia autóctona, permitiendo a sus habitantes alcanzar una visión trascendente del medio físico que ocupaban.” (Del Pino, 2004, pp. 21-22)
[18] Coincidencia que es referida como “el querer de las gentes” al que el planificador escucha y transforma en planteamientos urbanos.

[19] Gavazzo indica que: “El crecimiento urbano planteado se basa en racionalizar las condiciones naturales del lugar: clima, geografía, topografía, […] con vistas al disfrute de la vida en común”. “Esta organización no es otra cosa que su propia urbanización”.  (Gómez Gavazzo, 1935) extraído de (Articardi, 2013)

[20] “La composición del conjunto de Versalles está presidida por la idea de dominio. No se trata solo de una cuestión simbólica. El sentido de la vista asume en Versalles un rol preponderante; el orden arquitectónico está profundamente marcado por la visualidad, con todo aquello que la vista tiene de dominio, y a través de ello, de poder. Dominar la escala gigantesca del conjunto”. (Aravena, et al., 2007, p. 185)

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