16.12.14

EDIFICIO FLOBAR

Autor: Diego Ponce Bueno.
Análisis: Carlos Martín Real Buenaño.


Fuente: Archivo Oficina Diego Ponce
Diego Ponce Bueno fue un arquitecto que se destacó como uno de los pioneros en la modernización de Quito. El haber estudiado en Brasil en la década de los 60 le permitió tener como referentes a Oscar Niemeyer y Lucio Costa y también vivir la ¨Modernización de América Latina¨, convirtiéndose en una persona sumamente dinámica, que aunque a primera vista podría parecer carente de un estilo definido, demuestra una lógica recurrente en la planificación de sus obras, muchas de las cuales se han convertido en icónicas en el país.
En su primera etapa como profesional, siendo aún un arquitecto muy joven se le encargaron proyectos de gran escala que lo convirtieron en uno de los constructores del Quito moderno y también provocaron sus primeros enfrentamientos con los arquitectos reconocidos de la época, quienes cuestionaban su capacidad aludiendo a su inexperiencia. Flobar es una de las obras de esta primera etapa con la cual demuestra su deslindamiento de la renaciente tradición colonial que se vivía en Ecuador, que aunque prolífera, era una tendencia conservadora.
Este edificio ubicado en una zona de alto crecimiento comercial en aquellos años, con almacenes distribuidos en dos plantas inferiores y oficinas en tres plantas superiores, demuestra el interés que Diego tenía porque sus obras transciendan en el tiempo. Consciente de que para lograrlo tenía que ser muy visionario, propone una composición que sobresale hasta la actualidad. 
Análisis de Fachada
Siendo un edificio comercial Diego considera importante su protagonismo en el entorno y propone una composición que sin perder su jerarquía se integra perfectamente en sus calles próximas.
A primera vista resalta un prisma imponente que, desafiando a la gravedad, se apoya sutilmente en una ligera base y logra una interesante relación entre elementos pesados y livianos aparentando que el prisma flota. También retrae la base creando una perfecta comunión entre el edificio y este espacio que convierte en público al que cubre con un voladizo del prisma superior. En la fachada principal rompe la ortogonalidad y enmarca las ventanas, minuciosamente diseñadas para armonizar la composición.
El edificio de cinco plantas distribuye su programa en dos bloques sobrepuestos, el primero la base semi-enterrada que sostiene al prisma ortogonal jerárquico en la composición. Al retraer la base brinda un nuevo espacio a la ciudad, un espacio de calidad evitando cerramientos, que a su vez sirve de plaza de ingreso para el edificio; y al enterrarla permite que las dos primeras plantas, que son de uso comercial, tengan conexión directa con esta plaza, generando ingresos independientes.


Análisis de Corte
Considerando el uso que se le da al edificio actualmente y asumiendo que el requerimiento ha sido el mismo desde su construcción es fácil pensar que el arquitecto analizó a fondo el tipo de actividad, en este caso comercial, que se iba a dar en el proyecto y de esta forma planteó su diseño respondiendo a las necesidades más básicas del usuario.
Actualmente Flobar sirve como punto de abasto a comerciantes minoristas de los productos de la marca ¨Oriflame¨, funcionado perfectamente, ya que en el diseño se priorizó el acceso peatonal hasta las plantas inferiores, en las cuales se realiza la venta. Diego evitó la tipología de construcción de edificios destinados a este uso que invaden la vereda planteando parqueaderos en los retiros frontales, consciente de que el espacio público ofrecido en este retiro sería más útil para el proyecto. En la primera de las plantas comerciales se ubican el punto de atención al cliente y el acceso a las oficinas; en la segunda el almacén de distribución de los productos. Ambos pisos necesitan accesos independientes  debido a su funcionamiento en diferentes horarios. Esto explica por qué se enterró la base que contiene estos dos pisos y se las vinculó con escaleras hacia la plaza de ingreso. Al momento de disponer los usos en estos dos pisos se consideró la característica que cada uno obtuvo con esta acción y se ubicó el almacén en el piso superior dándole mayor protagonismo. El acceso al bloque administrativo se ubicó en el piso inferior por su carácter más privado.
Si especulo sobre los requerimientos del cliente en 1981, cuando se realizó el diseño del edificio, asumo que se necesitaban locales comerciales y oficinas que funcionen independientemente y por ende que tengan accesos diferentes. Diego logró responder a los requerimientos creativamente con esta magnífica obra que funciona hasta el día de hoy sin demostrar grandes cambios; algo sorprendente en una ciudad culturalmente acostumbrada a modificar las obras originales de cada arquitecto sin conciencia sobre el planteamiento que se tuvo al momento del diseño.

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