13.3.14

BANCO DEL PICHINCHA - ANTEPROYECTO

Autor: Karl Kohn
Análisis, digitalización y texto: Carla Godoy Romo, Marzo 2014

No se incluye programa arquitectónico en las proyecciones por falta de información.






Perspectiva

Hall Principal





Perspectiva Interior 

Perspectiva de la espera de la Gerencia 















Perspectivas Karl Kohn
Fotografías: Shayarina Monard, Archivo Karl Kohn
Publicadas con permiso de la Familia Kohn

Hablar de la obra de Karl Kohn es hablar sobre un espectro que abarca desde arquitectura (gran Arquitectura de tintes modernos), hasta diseño de mobiliario y obras pictóricas de excelente factura. Es decir, tenemos ante nosotros una amplia galería, por así decirlo, de obras de arte que hasta hoy perduran, sobre todo en Quito, hogar de exilio del arquitecto y sede de algunos de sus más importantes trabajos.
Hoy en día, estas piezas de historia se pierden entre los intersticios de la mal llamada “arquitectura moderna”, que poco a poco las va sumergiendo en el anonimato.
Pero, ¿qué sucede con las obras de Kohn que sólo quedaron en el papel?
Es el caso del anteproyecto del Banco del Pichincha que diseñó para la ciudad de Quito, allá, a mediados de los años 60. Este edificio sobresale por su estilo moderno, de formas rectas y puras. Exteriormente los objetos que más se distinguen son sus ventanas de formas piramidales, similares a troneras, que dotan a la fachada de cierto movimiento y versatilidad (al estilo de Marcel Breuer). Su apariencia tectónica, no obstante, se desvanece cuando uno observa la planta baja y sus grandes espacios, precedidos por un graderío y un pequeño recibidor. El salón principal que abarca casi toda la planta del edificio se delimita por el mobiliario fijo y las ventanillas de atención, pero ningún tipo de tabiquería o panel fragmenta su interior, lo que le otorga un aspecto un tanto etéreo y a la vez monumental. En realidad, la mayoría de las plantas se distinguen por sus amplios e indivisibles espacios, aunque esta constante se altera en el primer y tercer piso, donde se distribuyen oficinas privadas, despachos y ambientes envueltos, menos libres, más íntimos. En las plantas superiores se recuperan los entornos abiertos gracias a las terrazas y espacios al aire libre, más privados, destinados para los directivos del banco y sus accionistas, lo cual ilustra la idea de pirámide corporativa. 
En general, este es un edificio que deja ver claramente la firma de Kohn en lo simultáneamente denso y puro de sus líneas. Al igual que en la Casa Neustaetter, aquí conviven la marcada tendencia funcionalista del autor, junto con la continuidad casi líquida de sus espacios.


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