Autor: Karl Kohn
Análisis, digitalización y texto: Carla Godoy Romo, Marzo 2014
No se incluye programa arquitectónico en las proyecciones por falta de información.
Análisis, digitalización y texto: Carla Godoy Romo, Marzo 2014
No se incluye programa arquitectónico en las proyecciones por falta de información.
Perspectiva |
Hall Principal |
Perspectiva Interior |
Perspectiva de la espera de la Gerencia |
Fotografías: Shayarina Monard, Archivo Karl Kohn
Publicadas con permiso de la Familia Kohn
Hablar de la obra de Karl Kohn es hablar sobre un espectro que abarca desde arquitectura (gran Arquitectura de tintes modernos), hasta diseño de mobiliario y obras pictóricas de excelente factura. Es decir, tenemos ante nosotros una amplia galería, por así decirlo, de obras de arte que hasta hoy perduran, sobre todo en Quito, hogar de exilio del arquitecto y sede de algunos de sus más importantes trabajos.
Hoy en día, estas piezas de
historia se pierden entre los intersticios de la mal llamada “arquitectura
moderna”, que poco a poco las va sumergiendo en el anonimato.
Pero, ¿qué sucede con las obras de Kohn que
sólo quedaron en el papel?
Es el caso del anteproyecto del
Banco del Pichincha que diseñó para la ciudad de Quito, allá, a
mediados de los años 60. Este edificio sobresale por su estilo moderno, de
formas rectas y puras. Exteriormente los objetos que más se distinguen son sus
ventanas de formas piramidales, similares a troneras, que dotan a la fachada de
cierto movimiento y versatilidad (al estilo de Marcel Breuer). Su apariencia tectónica, no obstante, se
desvanece cuando uno observa la planta baja y sus grandes espacios, precedidos
por un graderío y un pequeño recibidor. El salón principal que abarca casi toda
la planta del edificio se delimita por el mobiliario fijo y las ventanillas de
atención, pero ningún tipo de tabiquería o panel fragmenta su interior,
lo que le otorga un aspecto un tanto etéreo y a la vez monumental. En realidad,
la mayoría de las plantas se distinguen por sus amplios e indivisibles espacios, aunque esta constante se altera en el primer y tercer piso,
donde se distribuyen oficinas privadas, despachos y ambientes envueltos, menos libres, más
íntimos. En las plantas superiores se recuperan los entornos abiertos gracias a las terrazas y espacios al
aire libre, más privados, destinados para
los directivos del banco y sus accionistas, lo cual ilustra la idea de
pirámide corporativa.
En general, este es un edificio que
deja ver claramente la firma de Kohn en lo simultáneamente denso y puro de sus líneas. Al igual que en la Casa Neustaetter, aquí conviven la marcada tendencia
funcionalista del autor, junto con la continuidad casi líquida de sus espacios.
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