13.3.14

CASA DE LA SEÑORA VERA SCHILLER DE KOHN

Autor: Karl Kohn
Análisis y digitalización: Miguel Antonio Sánchez Burneo

















La casa de Vera Schiller de Kohn ubicada en la esquina de la avenida 12 de octubre y  Lizardo García, se encuentra perdida en el tiempo tras los muros que la dividen de la urbe. En esta fascinante casa ganadora de premio ornato, desde el ingreso se evidencia que fue realizada para ser única y exclusiva, lo cual alude a la importancia que el arquitecto le daba al usuario, en este caso su familia.

El contexto de la casa se ha ido transformando con el paso del tiempo. De un lugar apartado del centro de la ciudad donde se construían casas tipo villa ha pasado a ser una zona estratégica donde las actividades comerciales, administrativas y financieras se expanden. La creciente inversión inmobiliaria en el sector es un factor que amenaza con destruir la vivienda en algún momento. De cara a estas circunstancias es vital poner de manifiesto el valor de esta residencia. 

Su implantación responde a condiciones de soleamiento, ventilación y  topografía. También incidió en su diseño la necesidad de conformar  un conjunto de casas familiares que se relacionaran entre sí dentro de lo que todavía era un medio rural de expansión urbana. 

El programa arquitectónico de la vivienda se manejó ubicando en segunda planta un taller de arquitectura con su respectiva sala de espera. En esta planta también se incorporó una habitación con un baño que sirve de alojamiento para huéspedes. Al ser la segunda planta de carácter semi-público, la escalera de acceso a este lugar es totalmente independiente de las plantas inferiores, y cuenta con una fácil y rápida accesibilidad desde la calle. En planta baja se desarrollan todas las actividades familiares. Se aprovechan los desniveles para diferenciar el grado de privacidad de cada espacio: los semi-públicos se despliegan en planta baja y las habitaciones más privadas como los dormitorios ocupan el nivel superior. Un doble circuito de circulación vincula todos los espacios de la residencia y define una escalera de servicio. En el sótano se encuentra la estructura que soporta la vivienda, así como todas las instalaciones que hacen posible funcionar a esta máquina de habitar.

La vivienda no posee ejes regulares de cimentación de columnas, más bien se levanta sobre una compleja red de muros portantes que permite flexibilidad en  el diseño. Kohn presta una especial atención al remate en las esquinas: las rompe o redondea y  suaviza, logrando mediante esta estrategia otra visión de la convergencia de planos verticales y horizontales, conformado espacios diferentes, agradables y funcionales. Es característico de este arquitecto el puntualizar ciertas columnas haciéndolas circulares y pintándolas con un color ocre.

La conexión con la vegetación al interior de la vivienda está  marcada en la sala  por una intromisión del jardín. Este  espacio cargado de vegetación al interior genera sensaciones de libertad, purificación y  amplitud. Así mismo a lo largo de la vivienda se marcan las ventanas como puntos de proyección hacia la naturaleza; hacia el interior, un simple tronco se convierte en arte. En ciertos espacios internos de la casa, Kohn perfora la losa para que puedan filtrarse la luz y el agua hacia la vegetación. Emplea a menudo una pérgola de la cual descuelga macetas con plantas. El jardín posee un diseño particular que responde a la conformación de la vivienda. Tiene una parte frontal o de bienvenida, una totalmente privada a escasos metros de los dormitorios  y una exclusiva para el servicio y el patio de cocina.

Kohn intercala materiales con textura cruda y superficies lisas con la misma fluidez con que relaciona arquitectura y naturaleza. En las fachadas, piedras rectangulares delinean ventanas y chimenea, en medio de muros estucados y pintados con blanco. En el interior, espacios como el lobby  y el comedor están totalmente recubiertos con madera, lo cual produce una sensación de calidez y abrigo. Los pisos en la sala y el comedor son de marmolina y madera.

La forma como maneja la luz hace especial a Kohn. En este proyecto busca embeber en las losas las fuentes de energía y generar entradas de luz indirecta, de manera que el resplandor aporte con más calidez. En cuanto a las proporciones de las ventanas busca responder a las condicionantes de la época (en Quito no había vidrios de grandes dimensiones) uniendo varios módulos y generando vanos de gran tamaño para permitir más entrada de luz natural y lograr una continuidad entre interior y exterior.

El proceso de diseño de esta casa es atípico, puesto que fue diseñada para alojar un mobiliario traído desde Praga: muebles que han sido integrados o empotrados. Kohn toma en cuenta hasta el último detalle y diseña puertas con recubrimiento inferior de cobre para evitar el desgaste; cerraduras con inscripciones familiares; lámparas; letreros que marcan el ingreso peatonal; una puerta mecanizada por un complejo sistema de poleas; piezas con reminiscencias Art Nouveau y Art Deco; pisos con patrones geométricos… Son tantos los detalles que demuestran que el arquitecto Karl Kohn  no dejaba nada al azar. Con el fin de alcanzar sus objetivos, a menudo desarrolló e introdujo tecnologías novedosas.


Kohn logra una obra maestra, en la cual lo funcional y lo natural se funden en un hábitat y un orden claros; en una mezcla particular de los estilos moderno, Art Nouveau y Art Deco. 

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